Es como un joven dios de la selva fragante,
este hombre hermoso y rudo que va por el sendero;
en su carne morena se adivina pujante
de fuerza y alegría, un mágico venero.
Por entre los andrajos su recio pecho miro:
tiene labios hambrientos y brazos musculosos
y mientras extasiada su bello cuerpo admiro,
todo el campo se llena de trinos armoniosos.
Yo, tan pálida y débil sobre el musgo tendida,
he sentido al mirarlo una eclosión de vida
y mi anémica sangre parece que va a ahogarme.
Formaríamos el tronco de inextinguible casa,
si a mi raza caduca se juntara su raza,
pero el hombre se aleja sin siquiera mirarme.
1.
Aunque la piel se gaste
yo quiero despertar y hallarte cerca,
contigo amanecer día tras día.
Yo quiero detenerte,
quedarme en tu mirada para siempre.
2.
Y cuando caminemos
y el aire nos divida
o se atraviese el miedo
serán tus ojos únicos
los que me den la mano.
3.
Nos habla esta ciudad
con un idioma de alas y barcos,
esta ciudad de Seatlle
en donde resucitan los recuerdos.
Esta ciudad azul
tiene un costado ardiente
y tiene mil esquinas
en donde se han amado nuestros pasos.
4.
Hoy puedo agradecerte
por esta mariposa de placer,
por esta gota ardiente
que pones en mi piel alucinada,
por esta luz de fresas
que traes en la punta del silencio.
Te doy amor las gracias
por este nuevo vino que me ofreces.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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