Timidez
de Víctor Peña Dacosta
Te miro como a un libro que no entiendo,
que alguien tuvo a bien regalarme
y del que aún no me he deshecho.
Eres guapa. No te conozco.
No te debo nada. Tú a mí,
la verdad, tampoco. De pronto
me da vergüenza besarte.
En este instante de sofoco
en que nada comprendo, ni siquiera
me atrevo a preguntarte si te importa
que me corra dentro.
Carencias afectivas
de Víctor Peña Dacosta
Mientras contemplo desde arriba
el rítmico movimiento
de tu cabeza sobre mi sexo,
siento, sobre todo (¿eso?, ¿ves?, ahora),
cuando te acercas y te alejas
(así, ahora, ¿ves?), sobre todo, el roce
de tu flequillo en mi cadera.
Es curioso y casi tierno
que esto sea (¿ves?, esto, ahora)
lo más cercano a una caricia
que he tenido en mucho tiempo.
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