No tengo paz ni puedo hacer la guerra…
No tengo paz ni puedo hacer la guerra;
temo y espero, y del ardor al hielo paso,
y vuelo para el cielo, bajo a la tierra,
nada aprieto, y a todo el mundo abrazo.
Prisión que no se cierra ni des-cierra,
no me detiene ni suelta el duro lazo;
entre libre y sumisa el alma errante,
no es vivo ni muerto el cuerpo lacio.
Veo sin ojos, grito en vano;
sueño morir y ayuda imploro;
a mí me odio y a otros después amo.
Me alimenta el dolor y llorando reí;
La muerte y la vida al fin deploro:
En este estado estoy, mujer, por ti.
En la muerte de Laura
Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,
Su cabellera de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!
¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía…
Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.
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