Todos somos cuerpo y todos comunicamos a través de él: podemos transmitir incomodidad, deseo, pena, alegría; incluso nuestro cuerpo puede, a veces, revelar lo que nuestras palabras tratan de encubrir. Pero hay cosas que nunca se podrán decir con palabras. La danza, como el buen sexo, ocupa el cuerpo como instrumento para expresar aquello que viene desde lo más profundo del alma, eso que no se puede exteriorizar de otra manera.
En el mundo de la danza de principios del siglo XX, destacaron dos mujeres visionarias que representaron un cambio fundamental en la percepción que entonces se tenía de la danza y del género femenino. Ambas nacieron en Estados Unidos y ambas nacieron en el mes de mayo, razón por la cual hoy queremos recordar y celebrar la vida y obra de Isadora Duncan y Martha Graham.
La figura de Isadora Duncan es especialmente significativa puesto que, hasta el día de hoy, se le considera la creadora de la danza moderna (hoy mejor conocida como danza contemporánea). Esto implica, por una parte, que cambió por completo el limitado papel de intérprete que el bailarín había tenido hasta entonces; por otra parte, se liberó de la danza clásica y de sus movimientos rígidos y predeterminados que, según ella, enclaustraban al bailarín en una coreografía que no le permitía penetrar en su alma y expresarse auténticamente.
Duncan rompió radicalmente con el orden, la armonía y lo estilizado de la danza clásica y exploró una nueva forma de movimiento: bailaba en el piso, descalza, con el cabello suelto, con vestidos amplios y vaporosos e improvisaba movimientos que acentuaban la voluptuosidad y sensualidad del cuerpo. Duncan concibió la danza como una búsqueda interior materializada en la exaltación del cuerpo, un cuerpo que poco tenía que ver con los estereotipos de las bailarinas de ballet clásico.
Tristemente, Duncan es más conocida por su trágica muerte que por su vida y sus aportaciones a la danza. La versión oficial refiere que la artista murió en Niza a bordo de un auto deportivo, estrangulada por su propia chalina cuando ésta – larga y ligera, como los vestidos con los que bailaba – se enredó y se atoró en la llanta del carro. Al final, más allá de la mórbida anécdota, Duncan logró, en sus cincuenta años de vida, que la danza nunca volviera a ser igual.
Aunque su predecesora ya había dado el paso definitivo hacia la danza moderna, Graham llegó a consolidar esta disciplina emergente y se convirtió en la primera mujer – coreógrafa y bailarina – en sentar las bases de lo que, posteriormente, se convertiría en una técnica de danza con principios claros, manifiestos y fisiológicamente estudiados. La técnica Graham se basa en el reconocimiento de la pelvis como la fuente de energía del bailarín, por lo que todo movimiento parte de la contracción o relajación de la misma.
Debido a que Graham entendía la danza como la revelación de los instintos más primitivos del hombre, sus coreografías suelen contener movimientos desarticulados, disonantes y apasionados que se contraponen con la idea clásica de belleza y equilibrio. Esto fascinó a muchos progresistas y, por supuesto, disgustó a muchos otros que sólo veían “cuerpos retorciéndose por el escenario”. Lo cierto es que, más allá de gustos personales, Graham revolucionó la estética de la danza moderna y le imprimió un seductor toque de agresividad nunca antes visto.
{"video":"https://www.youtube.com/watch?v=ieMO1Z0UhGQ","width":"400","height":"225"}
Pero la danza no tiene por qué ser una disciplina elitista hecha por y para artistas e intelectuales; si nos atenemos a la esencia del baile como generador de atmósferas y sensaciones, entonces entenderemos que todos podemos experimentar esa fuerza vital a través del movimiento, sin necesidad de ser bailarines profesionales. Ya sea como espectador de alguna función de danza, o como practicante aficionado de cualquier tipo de baile, podemos resucitar este cuerpo cotidiano que a veces olvidamos.
Te invitamos a explorar otras formas de relacionarte con tu cuerpo, nuevas maneras de revelar tu sensualidad ante ti mismo y ante tu pareja, redescubran sus cuerpos en movimiento y denle otro sentido a la palabra bailar.
Ponte Kinky y sorprende a tu amor con un baile erótico, pongan su música favorita y bailen juntos en un LoveHotel