De entre la gran variedad de posiciones sexuales que existen, podríamos hacer una división básica en tres categorías: él arriba, ella arriba y de pie. Normalmente, la percepción suele ser que cuando ella está arriba ella es la activa, la dominante; mientras que cuando él está arriba, él es el activo y la mujer es más pasiva. En términos estrictos sí es así, pero ya en la práctica ambos deben jugar papeles activos.
Hoy nos enfocaremos en aquellas posiciones en las que él se encuentra arriba (digamos que en la posición activa) y te daremos algunos consejos para que te quites de la cabeza la idea de que en esos casos eres pasiva. Porque la realidad es que, aunque el hombre tenga la posición dominante, tú puedes hacer muchas cosas para darle vida al momento y que el encuentro sexual sea un momento de acción mutua.
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Quizá el tip más importante de todos sea este, ya que no importa la posición que estén realizando, tú puedes mover las caderas para marcar el ritmo y así tomar parte mucho más activa. Por ejemplo, si están en el clásico Misionero, puedes balancear caderas hacia arriba y hacia abajo o en circulitos para una sensación más sutil; si estás en la posición de Perrito, impulsa tu cadera hacia adelante y hacia atrás para marcar el ritmo.
Dependerá de la posición, pero en casi todas las que él está arriba, tú tendrás las manos libres como para tocarlo. No seas tímida y piensa todo lo que puedes hacerle con tus manos: desde rasguñarle la espalda, acariciarlo suavemente o darle unas buenas nalgadas, hasta intentar (si se habló previamente, claro) jugar con su zona anal para estimular su próstata y hacerlo gozar el doble.
Otra opción que seguro le encantará es usar tus manos pero esta vez no sobre él sino sobre ti misma. También dependerá de la posición, pero siempre habrá algo que puedas estimularte: los senos, las nalgas o incluso el clítoris si estás en una posición como el doggystyle. Recuerda que los hombres son sumamente visuales, así que verte tocándote seguro lo prenderá mucho.
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También puedes ser más activa con tu boca, y no nos referimos necesariamente a besarlo (aunque lo puedes hacer cuanto quieras), sino a darle instrucciones precisas de qué quieres y cómo lo quieres. Por ejemplo, si él está arriba haciéndote sexo oral, dile sin pena: más hacia arriba, más despacio, más rápido, pega tus labios a mis labios y luego succiona, haz circulitos, etc. ¡Dile qué te gusta!
Y claro, puedes simplemente sorprenderlo y tomar el control de un momento a otro: parar en determinado momento y colocarlo sobre la cama mientras tú te montas en plan vaquerita para ponerte arriba ahora tú: le encantará la iniciativa, el hecho de “obedecerte” y de adoptar ahora él la posición semi pasiva en la que solo va a disfrutar.
¡Atrévete!
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