Te contamos de dónde viene esta práctica de sexo, dolor y placer, ¡te vas a sorprender!
El bondage, por definición, se refiere al acto de atar o restringir a una pareja sexual. Si bien es probable que una mención convencional de la esclavitud en el acto sexual te saque de onda, las fantasías de atar y dominar a la pareja –o al menos alguna forma de restricción de los sentidos–, son mucho más comunes de lo que los más vainilla dejarían entrever. Además, el bondage ha sido un elemento fijo en ciertas novelas y en el arte erótico durante siglos, desde Justine del Marqués de Sade hasta el lanzamiento de películas mainstream como 365 días y sus secuelas en tiempos modernos.
No podemos adentrarnos en el término bondage sin hablar de BDSM, pues es un conjunto de prácticas que forma parte de este vasto mundo del sadomasoquismo. A pesar de que el BDSM llegó a muchas personas a través de las películas de la trilogía Fifty Shades, el concepto no es en lo absoluto reciente. Ha existido durante mucho tiempo. Incluso antes de la existencia de los coches, los edificios modernos, las bombillas y cualquier otro invento que se te ocurra. Básicamente, el BDSM es algo antiguo que viene desde culturas oscuras y ancestrales, queridx lectorx.
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Las prácticas de BDSM sobreviven de algunos de los registros literarios más antiguos del mundo, asociadas con rituales a la Diosa Inanna (Ishtar en acadio); lo que nos deja ver que se ha practicado desde culturas ancestrales como la sumeria. Existen textos cuneiformes dedicados a Inanna que incorporan rituales de dominación. En particular, escritos antiguos como Inanna y Ebih (en los que la Diosa domina a Ebih), y el Himno a Inanna, que describe transformaciones y rituales de travestismo: “imbuidos de dolor y éxtasis, que provocan iniciación y viajes de estados alterados de conciencia; castigo, gemido, éxtasis, lamento y canto, los participantes se agotan en llanto y dolor.”
Una de las pruebas gráficas más antiguas de actividades sadomasoquistas se encuentra en la Tumba de la Flagelación cerca de Tarquinia, que data del siglo V a.C. Dentro de la tumba hay un fresco que representa a dos hombres que flagelan a una mujer con un bastón y una mano durante un ritual erótico.
Otra referencia relacionada con la flagelación se encuentra en el sexto libro de las sátiras del antiguo poeta romano Juvenal (siglos I-II d. C.), –se puede encontrar más referencia en el Satiricón de Petronio–, donde se azota a un delincuente para excitarlo sexualmente.
Las narraciones anecdóticas relacionadas con humanos que se han hecho atar, flagelar o azotar voluntariamente como sustituto del sexo o como parte de los juegos previos se remontan al siglo III y IV. Incluso en el Kama-Sutra de la India se describen cuatro tipos diferentes de golpes y azotes durante el acto sexual, las regiones permitidas del cuerpo humano para hacerlo y los diferentes tipos de “gritos de dolor” practicados por lxs pasivxs.
La colección de textos históricos relacionados con experiencias sensuales enfatiza explícitamente los juegos de impacto, como el morder y pellizcar durante las actividades sexuales –los cuales solo deben realizarse de forma consensuada–, ya que solo algunas personas consideran dichos comportamientos como placenteros. Desde esta perspectiva, el Kama Sutra puede considerarse como uno de los primeros recursos escritos que tratan sobre las actividades sadomasoquistas incluyendo las normas de seguridad.
Pero, ¿por qué el sexo bondage es tan atractivo? Bueno, pues se trata de una combinación de estímulos psicológicos y fisiológicos. Jugar y luchar contra las restricciones puede generar una descarga de adrenalina vigorizante, mientras que tener los ojos vendados aumenta los sentidos en el resto del cuerpo. Piensa en todas las veces que has cerrado los ojos durante un masaje y cuánto te permite concentrarte en las sensaciones placenteras y relajantes con mayor intensidad. Pasa lo mismo con el bondage cuando se lleva a cabo de forma segura y consensuada. Las personas se sienten atraídas hacia esta práctica por varias razones. Permanecer atadx permite a algunas personas relajarse y disfrutar del placer sexual sin preocuparse por devolverle el placer a su pareja al mismo tiempo. Otrxs prefieren jugar y luchar contra sus ataduras y dicen que genera una excitante descarga de adrenalina.
La persona que realiza el cautiverio obtiene mayores sentimientos de poder personal, pero, por supuesto, no debe abusar de su posición. También puede funcionar como una manera de construir confianza entre las personas que lo practican, ya que el aspecto más importante de los juegos de bondage es la confianza, porque uno de los miembros de la pareja está restringido y, por lo tanto, es vulnerable. Deben poder confiar completamente el uno en el otro y sentirse cómodos en todo momento, de lo contrario, este tipo de juegos nunca deberían jugarse. El compañerx dominante nunca debe usar la sesión únicamente para cumplir sus propias fantasías de manera egoísta, también debe pensar en el placer del compañero sumiso.
Si nunca antes has experimentado con el sexo bondage, es posible que desees leer un poco sobre qué puedes esperar de él o cómo puedes adentrarte en sus placeres. Dos de las mejores guías para esto son Seductive Art of Japanese Bondage y Wild Side Sex: The Book of Kink de Midori, que cuentan con información sobre los movimientos, las emociones y la comunicación que forma parte de la práctica.
Otra forma divertida de comenzar a explorar con unx compañerx si estás nerviosx también podría ser ver pornografía BDSM ética. Si Pornhub no es de tu agrado, prueba las películas de Four Chambers de Vex Ashley o las de Erika Lust para obtener contenido que realmente represente a todxs lxs participantes y te inspire a dar ese paso hacia tu placer. Y recuerda: si no te gusta, no tienes que continuar.
¡Toca, juega y provoca!
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