Ser Kinky significa abrirle las puertas a todos tus sentidos; significa ser consciente de tu cuerpo y del potencial erótico que éste tiene, pero sobre todo, significa ser capaz de entender que el erotismo no está forzosamente ligado al sexo, que el erotismo es, más que otra cosa, una pulsión de vida; por lo tanto, una persona Kinky es capaz de encontrar potencial erótico en prácticamente todo, hasta en las cosas más insospechadas.
Y es que desde la perspectiva de Let’s Kinky, una sonrisa puede ser erótica, el roce de la piel con el viento puede ser erótico, deleitarse con una sinfonía puede ser erótico… ¿Nos explicamos ahora cuando te decimos que lo erótico no simplemente es sexo? Se trata de algo más profundo: de conexión, intimidad, profundo disfrute y placer; se trata de encontrar satisfacción y plenitud hasta en los más pequeños detalles.
En este sentido, una persona Kinky es una persona erótica en toda la extensión de la palabra, ya que entiende que EROS es amor y EROS es vida. Una persona Kinky sabe que sus cinco sentidos están hechos para percibir y, por lo tanto, pueden generar un sinfín de sensaciones placenteras; y si a esto le añades la imaginación, entonces ya no hay límites para encontrar el erotismo en lo que ves, comes, oyes o hueles.
Posiblemente te estés preguntando cómo se relaciona esto con tu vida de pareja. Pues es una cosa fantástica, ya que en el momento en que aprendes a ver la vida como algo erótico en sí mismo, todas las interacciones con tu pareja -sean de tipo sexual o no- se vuelven mucho más placenteras y satisfactorias; aprendes a disfrutar el roce de sus labios o de sus manos con la misma intensidad con la que disfrutas una noche de pasión.
¡Hazte Kinky!
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