El matrimonio de dos asesinos en la oscuridad
de un templo sombrío, adorando la noche más oscura;
frente a un sacerdote que oculta sus manos
debajo de la túnica maldita,
para que todos vean las flores sangrientas que brotan
como gemas sobre los dedos, rojo sobre blanco;
creciendo hacia las bóvedas del vértigo
las trompetas del órgano tañen y se quejan:
Así es nuestro amor. ¡Oh, suaves y deliciosos labios
dónde toda la sangre del mundo fluye hasta mí!
Oh, cintura etérea, mejillas pálidas, ojos de fuego,
pequeños y firmes senos, gigantes caderas,
oscuros cabellos de serpentinas trenzas
que se deslizan de mis manos
en las horas del rojo deseo.
Ved en sombras el cuarto, y en el lecho
desnudos, sonrosados, rozagantes,
el nudo vivo de los dos amantes
boca con boca y pecho contra pecho.
Se hace más apretado el nudo estrecho,
bailotean los dedos delirantes,
suspéndase el aliento unos instantes…
y he aquí el nudo sexual deshecho.
Un desorden de sábanas y almohadas,
dos pálidas cabezas despeinadas,
una suelta palabra indiferente,
un poco de hambre, un poco de tristeza,
un infantil deseo de pureza
y un vago olor cualquiera en el ambiente..
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