2 poemas eróticos de un talentoso mexicano

11 octubre, 2017 2 mins de lectura
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Te crece la cara

Te crece la cara, 

cuando te aproximas a su cuerpo

te crece la cara.

Arrodillado

entre las blandas

esferas de sus pechos;

bebido y zafio

en el puño de su pubis,

te crece la cara.

Se te ensancha en una extensión

sobre su espalda abierta

y sus pequeños hombros,

sube entre sus rodillas

o sigue el miedo de sus pies.

Primero, medio día,

después, toda su carne,

hasta que tu rostro

es un sol aproximado y lleno,

una piedra de sangre

en la atmósfera 

iluminada de sus piernas.

Te crece la cara

cuando te doblas

en la raya incendiada de su cuerpo.   

 Cruzas las rodillas

Te desperezas y abres la ventana;

la luz está dormida y tú desnuda.

Afuera, el tiempo todavía duda

entre la lentitud y la mañana.

Tiene el laurel una humedad oscura

y los alrededores de la casa

una velocidad que se retrasa.

La enredadera en el silencio dura. 

Tu espalda con el aire se estremece;

te sientas en el borde de la cama,

cubres tus pechos, tocas tus mejillas.

Por ti el laurel, con intención, se mece

y en la flor de la mesa se derrama

una luz. Mientras, cruzas las rodillas.

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