Cuando hacemos el amor de madrugada
el frío se consume y la habitación en llamas
jadea como el bramido de un volcán
que emana recuerdos amarillentos,
esculpe corazones.
Aleja la muerte.
Cuando nos abrazamos en la penumbra
tu aliento se pliega con el mío, el sabor
de alisios libertinos agita el placer,
se derriten las penas y los rencores.
Se olvida todo.
Cuando me estrechas y te estrechas,
los espíritus diabólicos se disfrazan,
escucho mi zambullida, las corrientes
dormitadas. Vuelve la calma.
Se olvida todo.
los mismos sentimientos.
Mis piernas palpitan,
prisioneras, pugnan por abrirse.
Quiero alzarme sobre el mar que hierve,
emerger en tu humo de fuego,
explorar los abismos de tu lecho.
Quiero la vibración de tu aliento,
fundirme en tu fragua,
moldearme en tu oleaje.
Mis piernas palpitan,
palpitan en otro cuerpo sin sosiego,
enajenan mi razón, gritan de escalofríos.
Ansiosa quiero vivir con el huracán,
romper con las manías de Satanás.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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