Un poema de dominación y sumisión

19 septiembre, 2018 2 mins de lectura
Compartir

Amo a mi amo

de Nancy Morejón

Recojo la leña para encender su fuego cotidiano.

Amo sus ojos claros.

Mansa cual cordero

esparzo gotas de miel por sus orejas.

Amo sus manos

que me depositaron sobre un lecho de hierbas:

Mi amo muerde y subyuga.

Me cuenta historias sigilosas mientras

abanico su cuerpo cundido de llagas y balazos,

de días de sol y guerra de rapiña.

Amo sus pies que piratearon y rodaron

por tierras ajenas.

Los froto con los polvos más finos

que encontré, una mañana,

saliendo de la vega.

Tañó la vihuela y de su garganta salían

coplas sonoras, como nacidas de la garganta de Manrique.

Yo quería haber oído una marímbula sonar.

Amo su boca roja, fina,

desde donde van saliendo palabras

que no alcanzo a descifrar

todavía. Mi lengua para él ya no es la suya.

Y la seda del tiempo hecha trizas.

Oyendo hablar a los viejos guardieros, supe

que mi amor

da latigazos en las calderas del ingenio,

como si fueran un infierno, el de aquel Señor Dios

de quien me hablaba sin cesar.

¿Qué me dirá?

¿Por qué vivo en la morada ideal para un murciélago?

¿Por qué le sirvo?

¿Adonde va en su espléndido coche

tirado por caballos más felices que yo?

Mi amor es como la maleza que cubre la dotación,

única posesión inexpugnable mía.

¡Dale sentido a tus sentidos!

Si te gusto este poema, tal vez esto te interese BDSM: todo lo que debes saber de estas siglas