3 poemas eróticos de Vinicius de Moraes

9 julio, 2021 3 mins de lectura
Compartir

Mujer al sol

Una mujer al sol es todo mi deseo,

viene del mar, desnuda, con los brazos en cruz

y la flor de los labios abierta para el beso

y en la piel refulgente el polen de la luz.

Una hermosa mujer, los senos en reposo

y caliente de sol, nada más se precisa.

El vientre terso, el pelo húmedo y una sonrisa

en la flor de los labios, abierta para el gozo.

Una mujer al sol sobre quien yo me arroje

y a quien beba y me muerda y con quien me lamente,

y que al someterse se enfurezca y solloce,

e intente rechazarme, y que al sentirme ausente

me busque nuevamente y se quede a dormir

cuando yo, apaciguado, me disponga a partir.

Soneto

Esa mujer que se arroja fría

y lúbrica en los brazos, y a sus senos.

Me aprieta, me besa y balbucea

versos, rezos a Dios, votos obscenos.

Esa mujer, flor de melancolía

que ríe de mis pálidos recelos,

la única entre todas a quien di

caricias que jamás a otra daría.

Esa mujer que a cada amor proclama

la miseria y grandeza de quien ama

y feliz de mis dientes guarda huella.

¡Un mundo, esa mujer! Es una yegua

quizás, pero en el marco de una cama

nunca mujer alguna fue tan bella

Poema para todas las mujeres

Sobre tus blancos pechos lloro,

mis lágrimas bajan por tu vientre

y se embriagan del perfume de tu sexo.

¿Mujer, qué máquina eres, que solo me tienes desesperado

confuso, niño para contenerte?

¡Ah, no cierres tus brazos sobre mi tristeza, no!

¡Ah, no abandones tu boca a mi inocencia, no!

Hombre, soy bello, Macho, soy fuerte; poeta soy altísimo

y sólo la pureza me ama y ella es en mí, una ciudad

y tiene allí mil y una puertas.

¡Ay! tus cabellos huelen a la flor del mirto

¡Mejor sería morir o verte muerta

y nunca, nunca más poder tocarte!

Pero, fauno, siento el viento del mar rozarme los brazos

Ángel, siento el calor del viento en las espumas

Pájaro, siento el nido en tu vello

¡Corred, corred, oh lágrimas nostálgicas

ahogadme, sacadme de este tiempo

llevadme hacia el campo de las estrellas

entregadme de prisa a la luna llena

dadme el lento poder del soneto,

dadme la iluminación de las odas

dadme el cantar de los cantares.

Que no puedo más, ¡Ay!¡que esta mujer me devora!

¡que yo quiero huir, quiero a mi mamita,

quiero el regazo de Nuestra Señora! 

¡Dale sentido a tus sentidos!

Te podría gustar también: El delicioso erotismo de Carlos Salem