El poema flotante, sin numerar
Pase lo que pase con nosotras, tu cuerpo
vivirá en mí… tierno, delicado,
tu forma de hacer el amor,
como la fronda semi enroscada del helecho en espiral en los bosques
recién bañados por el sol. Tus viajeros y generosos muslos
entre los cuales mi rostro entero se hunde una y otra vez…
la inocencia y sabiduría del lugar que mi lengua ha encontrado ahí…
La viva, insaciable danza de tus pezones en mi boca…
Tu forma de tocar, firme, protectora, investigándome,
tu lengua fuerte y tus finos dedos
llegando donde te estuve esperando por años,
en mi rosa, húmeda cueva…
Pase lo que pase, esto es.
Poema II
Me despierto en tu cama. Sé que estuve soñando.
Mucho antes nos separó la alarma, y estás
desde hace horas en tu escritorio. Sé lo que soñé:
nuestra amiga, la poeta, entra en mi cuarto
donde llevo días escribiendo, hay borradores,
carbónicos y poemas desparramados por todas partes,
y quiero mostrarle un poema
que es el poema de mi vida. Pero dudo,
y me despierto. Me besaste el pelo
para despertarme. Soñé que eras un poema,
te digo, un poema que le quería mostrar a alguien…
me río y vuelvo a soñar otra vez
con el deseo de mostrarte a todos los que amo,
de andar juntas sin reservas
con el impulso de la gravedad, que no es simple,
que arrastra un largo trecho al plumerillo en el aire exhalado.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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