Tus formas se graban en el monte…
Para Verónica Volkow
Tus formas se graban en el monte,
en los bordes húmedos de la piedra
-cavidades como axilas.
Tus formas se pegan a mis huesos.
Dejo de existir,
sólo tú quedas
como jade en estas faldas.
Cuánto de ti estalla en cada hoja,
reverbera en la distancia
donde tu luz devora todo brillo.
(¿Estoy en tu abismo
o lo rodeo ?)
Renazco en la sombra del laurel,
en la celda de un templo circular
si sostienes
con un pie gigantesco
el firmamento.
Tus formas como un vértigo
me absorben,
me disuelven.
Dejan en mis labios briznas de anís.
Y en el fondo del risco
árboles como dioses,
sabinos rojos.
Aparece tu rostro…
Aparece tu rostro.
Se hunde en leche,
como el Cordero bienhallado
en los Misterios.
El fuego se acerca sin tocarnos.
El azul es más intenso
que la ebriedad creciendo hacia las islas.
Tembloroso,
como detrás de humo,
aparece tu rostro.
El caracol mezcla el mar
al propio estupor
en el oído,
oleaje donde navegan
islas de la conciencia,
destellos-
Ultramar.
Movimientos del muslo y la cadera
una danza.
El mar se extiende
en olas que no rompen.
Movimiento-
la última vocal
reverbera en el oído.
El mar se extiende
más allá del tiempo
inamovible.
Temblor,
eco del movimiento–
calla
y nos habla
en su lengua otra,
parecida a ese incendio de adentro,
juega y se difunde
hasta aquietarse en un rayo vertical.
Omnipresente,
lenguaje del tacto sin manos.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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