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Por un país de fábula -tu cuerpo-
lúdico viaje emprenden mis palabras
de frente sin ambages elusivos
y libres de pacatas actitudes.
Ellas son sin hipócrita pudicia
inocentes nudistas del lenguaje.
Sólo de luz se visten las estrellas
y las rosas igual: de su perfume.
¿Por qué cubrir de oscuros circunloquios
el verbo del amor, cuando desnudo?
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Guardadas las debidas proporciones
en paladial palacio permanece.
Tu lengua me sugiere
-a diferencia de otras fantasías-
serpentina imagen de otro mito
y tu corazón quiere
que el mío lo interprete sin palabras.
Acaso mentalmente inexplicables
encuentro por contraste y paradoja
ciertas afinidades
entre su agilidad y la fijeza
de algunos seres de la especie arbórea:
si éstos dan flores, frutos y fragancia,
ella emotivamente participa
en un mutuo concierto a cuatro labios.
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Tibia humedad: Fruición no sólo táctil
y sapidez agri-dulci-salobre
¿como la de los nísperos maduros?
Entrada en sombra al deleitable huerto
donde germina -o nó- vital simiente.
Sólo por ley de su naturaleza
tu voluntad consiente en que se abra
para el sumo recíproco disfrute.
No suele ser explícito su elogio
-aunque debe ser lícito el hacerlo
con exclusión de las pomopalabras
porque en la intimidad de su clausura
radican muy sutiles sugerencias
en ascenso hacia el vértice del mismo.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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