Antes de leer Piel y tinta (parte 5), no te pierdas Piel y tinta (parte 1), Piel y tinta (parte 2), Piel y tinta (parte 3) y Piel y tinta (parte 4).
Cuando Mia se acercó a la puerta los dos se quedaron mudos, sin saber exactamente qué hacer. Estaban por empezar algo que jamás habían hecho, estaban nerviosos por lo que estaba por pasar, pero no podían esperar más. Se quedaron un rato solos sin cruzar una sola palabra, solo podían escuchar la voz de Mia, pero nadie parecía contestarle. Antonio, después de varios minutos se paró del sillón para ver si necesitaba ayuda. Se acercó a la puerta sigilosamente para no interrumpirla, lo único que alcanzó a ver fueron las manos de una mujer haciendo gestos como si estuviese hablando con señas, pero no logró verle la cara. En cuanto Mia vio a Antonio se despidió de la mujer dándole un beso en la mejilla.
Esa visita inesperada había dejado a Mia un poco desconcertada, su hermana visitándola la misma noche que compartiría cama con dos hombres… no era la mejor noche para ese encuentro. Pero ella no estaba lista para terminar la noche, así que fue por una botella de vino y se sentó frente a los dos en un pequeño sillón. Los miró fijamente, no sabía qué hacer así que comenzó a tocarse sobre la ropa frente a ellos mientras tomaban de sus copas. Los dos se estaban poniendo duros de solo verla a ella tocándose, pero no entendían por qué no quería estar entre ellos. Solo ella sabía cómo prenderse y mojarse de nuevo, se paró del sillón desapareciendo por unos segundos. Cuando regresó estaba totalmente desnuda.
Traía un pequeño juguete en sus manos y caminó hacia el sillón donde estaba sentada. Los dos se pusieron todavía más duros. Matías sacó su miembro de su pantalón y empezó a masturbarse mientras la veía. Antonio se quedó admirándola mientras ella se tocaba, viendo cómo se chupaba los dedos para metérselos en su sexo empapado. Tomó su juguete y empezó a zumbar en su clítoris. Cuando llegó al orgasmo reveló una pequeña sonrisa en su rostro, ella estaba lista para llevarlos a su cama y divertirse un poco más con ambos. Se paró del sillón y besó a cada uno, tomándolos de las manos para llevarlos a su recámara. Antonio se fue desabrochando la camisa al igual que Matías. Mia se acostó en la cama y tenía a dos hombres, uno tatuado y uno perfectamente acicalado, lo mejor de los dos mundos ahí frente a ella.
Los dos desnudos de la cintura para arriba se recostaron en la cama con ella, viéndola y admirándola, recorriendo con sus manos su cuerpo. Matías prestó suma atención a su cuerpo, que ha visto limpio y que ha visto lleno de plata. Recorrió todo su cuerpo con sus ojos en búsqueda de huellas que hubieran dejado esos aretes, pero su piel no podía leerse en braille. No había un solo rastro de aquellos aretes.
Ella siguió besándolos, dejando que su cuerpo se volviera a mojar para recibir a ambos, uno por uno. Se fueron desvistiendo poco a poco hasta que quedaron piel con piel y piel con tinta.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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