La narrativa de las películas pornográficas ha sido objeto de muchas polémicas y discusiones, asumiendo que toda la trama –si es que existe alguna– se centra en el falocentrismo y el coito. En los guiones de producciones pornográficas convencionales, el argumento no suele ser un concepto en sí mismo, simplemente se hace uso de las escenas sexuales, que son las que constituyen el núcleo del relato, y la narrativa se queda en una simple representación mecánica del acto sexual, sufriendo de la falta de un feeling que podría ser explotado de forma artística. La mayoría del porno que se encuentra al alcance del espectador hoy en día, hace tiempo que dejó de ser una producción cinematográfica y prescinde cada vez más de elementos que enciendan los deseos y la sensualidad más allá del insípido acto de tener relaciones sexuales estereotipadas.
Entre tantos géneros pornográficos que existen en la actualidad, resalta el postporno, un género relativamente nuevo –surgió entre los años 60 y 80 en EU–, que no basa su objetivo principal en lo mismo que las películas comerciales para adultos. Se trata de un movimiento artístico que muestra la realidad del gozo sexual, sin estereotipos ni etiquetas, y con un acercamiento mucho más profundo que la pornografía convencional. Una de las exponentes de este tipo de cine pornográfico es Erika Lust, de quien ya te hemos platicado con anterioridad. Sin embargo, si deseas instruírte más en el ámbito, o simplemente disfrutar de producciones artísticas y eróticas que salgan de lo convencional, hoy te vamos a contar sobre Four Chambers, un colectivo que explora “el potencial estético y conceptual de la pornografía como medio de ideas que despiertan la sensualidad”.
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Una de las razones por las que el porno convencional está cayendo de la gracia de la mayoría de las personas Kinky en la actualidad, se encuentra en las fantasías construidas por la pornografía tradicional, que crean la representación femenina como un puro objeto pasivo en el sexo y enaltecen ideas tóxicas tanto para hombres como para mujeres sobre la feminidad y la masculinidad. Es por esto que el colectivo Four Chambers subvierte el arquetipo preestablecido y empaquetado de lo que debería ser la sexualidad y empuja al cine erótico más allá de los límites habituales. Sus producciones promueven una esfera de sexo positivo mezclado con arte para que tanto mujeres como hombres recuperen y construyan su propia narrativa del deseo, sin estereotipos socialmente implantados.
Four Chambers se conforma por dos personas y tiene sede en el norte de Reino Unido. Se trata de Vex Ashley, quien trabaja a tiempo completo en el proyecto, entre otros trabajos relacionados con la sexualidad en línea, y su pareja –que debe permanecer en el anonimato por el giro del proyecto– quien trabaja a tiempo parcial. Todas las películas, el trabajo de cámara, la edición, la fotografía, el diseño gráfico, el diseño de merchandising y la redacción corren a cargo de Vex y este compañero misterioso, excepto cuando hay invitados especiales –que se indican con los respectivos créditos–.
El proyecto se encuentra dirigido por Vex, quien cuenta con experiencia en fotografía analógica, educación en escuelas de arte y sexo digital en línea. Four Chambers se define como una colaboración continua con la intención de explorar el potencial estético y conceptual de la pornografía como medio de ideas que realcen nuevas perspectivas no tradicionales sobre el arte erótico. De esta manera, Four Chambers forma parte de la creciente descentralización de las prácticas y estudios convencionales de la industria para adultos, y funciona por medio de la recaudación de fondos para apoyar el proyecto; inicialmente mediante donaciones y ahora a través de la financiación colectiva continua de la comunidad que los sigue.
En la actualidad, y con el auge que las producciones han tenido en distintos ámbitos, el proyecto ha recibido propuestas de casas comerciales de pornografía, mismas que ha rechazado deliberadamente debido a las etiquetas propuestas tanto para sus películas como para sus artistas intérpretes o ejecutantes, a quienes respetan y protegen por encima de todo. Los artistas porno asumen el mayor riesgo en una sociedad que estigmatiza el sexo en la pantalla –y en todos lados–. Es por este motivo, que en Four Chambers se paga una misma tarifa a todos los performanceros, independientemente de su género, características físicas, “fama”, experiencia o actos sexuales que realizan para las grabaciones. Claramente, el proyecto tiene una calidad inclusiva extremadamente respetuosa que se ha ganado el corazón de sus seguidores, además del increíble bagaje cultural que explotan al explorar temas de tecnología, simbolismo, mitología, alquimia… Y su confluencia intrínseca con el sexo. Four Chambers merece el título de cine pornográfico independiente, conceptual y respetuoso, algo de lo que distan mucho los videos pornográficos convencionales.
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La pornografía también tiene el poder de hacerte sentir bien y de enseñarte que el consentimiento y la comunicación forman parte imprescindible de relaciones sexuales placenteras, responsables y sanas para ambas partes de la pareja. Descúbrelo con Four Chambers y…
¡Dale sentido a tus sentidos!
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