En la poesía de la italiana Alda Merino, el erotismo no es explícito, es siempre sutil, como escondido entre las bellas imágenes que provoca.
A quien me pregunta
cuántos amores he tenido
le respondo que mire
en los bosques para ver
en cuántas trampas ha quedado
mi pelo.
Qué flor me nace sobre la boca
apenas me miras
y temes ser despedazado.
Inundaciones imprevistas
son tus ojos ardientes
pero la flor no quiere morir
se queda allí sin carne
a esperar la muerte.
¿Por qué duplicas, amor,
las raíces que crecen y permanecen
dispersas alrededor de mí,
sin unirse nunca en una rama recta?
Pido, al menos, que un fruto
descienda hasta mi vientre
y produzca miradas desde mí misma.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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