Es clarísimo que el sexo existe desde que el hombre existe, pero a veces pensamos que anteriormente la sexualidad era solo copular para reproducirse y no más. Así que te sorprenderá leer algunos de estos hechos históricos que demuestran que el ser humano siempre ha estado interesado en el placer y en la sexualidad.
Es sabido que nuestros queridos griegos eran lo que le sigue de open-minded respecto al sexo. Orgías, relaciones homosexuales, incestos, masturbación pública, entre otras prácticas, han sido registradas como parte común de la cultura helénica; pero un hecho interesante y no muy conocido es que muchos soldados, cuando partían a la guerra, les dejaban a sus esposas unos “dildos” de pan duro que ellos llamaban olisobokollikes, para que ellas se dieran placer en su ausencia y no buscaran a otros hombres.
Hoy en día, los chinos no tienen fama de ser una cultura muy abierta sexualmente (al contrario); sin embargo, hacia el siglo XIII de nuestra era fueron de los primeros en empezar a usar objetos externos para mejorar el sexo; por ejemplo, los hombres usaban anillos de jade y marfil en el pene para intensificar las sensaciones y prolongar la erección; asimismo, se sabe que usaban los párpados de algunos animales para estimular el clítoris de sus mujeres.
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En el siglo XV se popularizaron los merkin, que eran básicamente pelucas de vello púbico para la zona del pubis. Hoy que la moda es depilarse, podrías preguntarte quién querría una peluca púbica; pero resulta que en esa época, muchas mujeres (en particular las prostitutas) perdían el vello púbico por piojos, por sífilis o gonorrea, así que, como una pubis sin vello era signo de enfermedad, las mujeres usaban merkins para parecer sanas.
Aunque se suele creer que las comunas y su libertad sexual llegaron en los sesentas junto al movimiento hippie, en realidad la primera comunidad de ese tipo data del siglo XIX (entre 1850 y 1880). Se trató de la Oneida Community, que se estableció en los alrededores de Nueva York y que tenía los mismos preceptos que los hippies de un siglo después: amor libre y sexo consensuado entre todos los miembros del grupo.
Desde la época de los griegos, el médico Hipócrates habló de la hysteria (que quería decir útero), un supuesto mal que aquejaba a las mujeres “excesivamente pasionales”. A finales del siglo XVIII, un médico observó que “masajear” la zona genital aliviaba los síntomas de la histeria y se inventaron entonces aparatos para proporcionar “masajes”. Sí, este fue el nacimiento de los vibradores y el primero de ellos surgió en 1870.
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Entre 1918 y 1920, se lanzó en Montreal la primera publicación abiertamente LGBT, se llamó Les Mouches Fantastiques (Las moscas fantásticas) y fue creada por la poeta Elsa Gidlow y su amigo Roswell George Mills. La revista se distribuyó ampliamente más allá de Montreal, tanto entre los círculos de gays y lesbianas, como entre la comunidad clandestina de periodistas aficionados.
Fue una historia que se hizo famosa: en 1970 una pareja que se asumía abiertamente como polígama, Karl Koecher (espía de la KGB) y su esposa Hannah, se infiltraron en la CIA y utilizaron el sexo para acceder a información relevante. Iban a fiestas de gente importante, intercambiaban parejas, se acostaban con altos mandos… y así se convirtieron en la primer pareja swinger de espías de la historia.
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