Ahora que tus labios se posan
en el más elevado de los cirios
ese que tus dedos miden y agitan
que tu lengua y tus dientes perfilan
veo tus pómulos enrojecidos,
como si la hostia iniciática
volviera a encontrarte de rodillas
ante la alianza granate del oficiante
como si la luna de sangre quemada
reflejara en el marfil de tu faz
su sinuosa y esquiva textura
como si supieras, nínfula
que cuando tu boca emerja
estará inundada de esperma.
Bajo el follaje de tu falda
mi mano busca el fruto oscuro y fragante
tal una promesa nocturna,
y tus muslos se abren complacientes
para que mis dedos lo hagan estallar
como a una granada vegetal.
Chupan mis labios la pulpa encarnada
hasta embriagarme con su miel negra,
mi licor secreto, mi jarabe eficaz.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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