Parece que fue ayer
que dejé la razón atrás,
allá en el Gypsy Café
con un amigo de un amigo mío.
Ella se sentó con un bebé pesado en su rodilla;
y aún así habló de la vida libre de esclavitud,
con ojos que no mostraban rastro alguno de miseria.
De su boca, una frase escuché:
que el amor no es más que una palabra de cuatro letras.
Afuera de la vitrina de una tienda de senderismo
los gatos maullaron al alba
y yo mantuve mi boca cerrada también,
no tenía palabras para decirte,
mi experiencia era limitada y anémica.
Tú hablabas mientras yo me escondía
del que era el padre de tu hijo;
quizá no lo creas, pero te escuché decir
que el amor no es más que una palabra de cuatro letras.
Me despedí sin decir nada,
dirigí las cosas hacia mi propio juego
dejándome llevar por la vida.
Innombrable,
en busca de mi doble, en busca de
una completa evaporación hacia el centro.
Aunque he intentado y fracasado en la búsqueda de alguna puerta,
debo haber pensado que no había nada más absurdo
que el que el amor sea sólo una palabra de cuatro letras.
Aunque nunca supe exactamente lo que querías decir
cuando hablabas con tu hombre,
Sólo puedo pensar en términos de mí mismo,
y ahora entiendo,
después de caminar y pensar lo suficiente, ahora veo
que el Beso Sagrado que debía durar toda la eternidad
estalla en el humo, su destino
cae sobre extraños, viaja libre…
Sí, ahora lo sé, las trampas las pongo yo mismo
y no necesito que me aseguren
que el amor es sólo una palabra de cuatro letras.
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