XXXI
Y
si después de todo
escribo desde el palacio del hoy
sólo para dejar huellas del no mañana
inventando este amor para no morir,
mi mejor invento
construido de palabras
dulcemente amansadas
luna a luna,
sobadas con especies cósmicas.
Vertí enigmas en tus ojos
y en tu cuerpo soledad de luna.
Dispuse en tu andar
el ritmo del tiempo
y en tus caricias
levedad aérea.
XXXII
Y
si después de todo
soy tu gran sueño,
aquel constante,
la posibilidad de trocar
rictus por sonrisa,
aquella pesadilla que te despierta
y luego anhelas proseguir.
XXXIII
Y
si después de todo
soy oruga torpe
arrastrándose
y escribo para hacerte existir
al margen del tiempo
esculpiéndote obelisco amoroso.
XXXIV
Y
si después de todo
soy tigra oteando aparearse
delimitando espacios,
o soy sapo que al besar
convertirás en frágil princesa.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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