La liberación sexual es un tema que hasta el día de hoy en pleno siglo XXI sigue provocando polémica, ya sea visto desde el punto conservador o desde el liberalista, y si a esto le sumamos el abstracto concepto del amor, la situación se vuelve más compleja. Lo cierto es que si entendiéramos que no hay ni bueno ni malo en los terrenos sexuales –como en la vida misma- todo sería más fácil y placentero.
La vida de Adele, relata la historia de una joven de 17 años que reside en Francia la cual, tenía bien clara su orientación sexual hasta que conoce a Emma, una joven universitaria amante del arte homosexual, con la cual se enrolla en una apasionada relación que pasará por puntos importantes en el desarrollo sexual de Adele, que van desde la aceptación, pasando por romper los prejuicios sociales hasta la plenitud y desenlace de la relación.
El director Abdellatif Kechiche, muestra los detalles más exactos en lo que refiere a la exploración meramente sexual entre ambas, mostrando el erotismo, la inocencia, el placer y el descubrimiento así como la satisfacción que hay en los personajes principales con el simple roce de la piel o la complicidad en un intercambio breve de miradas.
Para Adele – protagonizada por Adèle Exarchopoulos- el sumergirse en una relación con Emma –Léa Seydoux- conlleva mucho más que dejarse llevar por el sentimiento sino que se cuestiona así misma sus propias creencias, las cuales, como todo ser humano, las define mediante la exploración entre lo que “quiere” y lo que “desea”, su rostro de facciones inocentes, pero bastante expresivas reflejan la sorpresa y el placer ante lo desconocido, que bajo la mano arrebatada de Emma comienza a ser cada vez más fácil de entender y aceptar.
Quizá el punto clave del filme es cuando Adele declara “Siento que estoy fingiendo en todo, soy yo a la que le falta algo” dejando ver la duda que la aqueja y de la cual está plenamente consciente para dar lugar a la aceptación. Sin embargo y pese a las múltiples críticas, la secuencia sexual con duración de 13 minutos aproximadamente, es por mucho el claro reflejo de la parte casi siempre matizada por ternura y romanticismo de una relación, es decir, el acto sexual, el cual es mostrado sin pudor y sin exageración, es nada más la demostración del deseo y la pasión.
La Vida de Adele es la representación cinematográfica del proceso por el que atraviesa todo ser humano sin importar la edad – la sexualidad se desarrolla a lo largo de toda la vida, no sólo en una etapa- y que establece de manera clara la naturalidad del erotismo con la que cada quien decide vivir y expresar sus preferencias.
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