Pequeña biografía en llamas,
de José Luis Rey
Dos mujeres desnudas.
Llevan sólo unos pájaros, zapatos de tacón,
anchas gafas de sol, sombreros rojos,
y se tocan los pechos. Con un dedo abre una
el sexo de la otra, explorando un país
luminoso y salino.
Así quise también
conservar mis deseos
en la cámara oscura del poema,
aprender a volar,
morir sobre esas piernas en las noches de junio, apenas trece años,
rumores de la selva, la noche jadeante de las fábricas,
la sed llena de abejas,
las nubes vomitaban el oro de los ciegos,
el mar mordía los tejados verdes,
era todo irreal y por eso fue nuestro,
las palabras, insectos, esos niños ahogados en los altos desvanes,
las cigarras voraces del futuro,
no callan y es verano, no se callan,
y al fondo siempre un bosque,
siempre al fondo ciudades extranjeras
con ventanas pintadas de todos los colores, también los que no existen,
y mujeres en bragas y muchas calles verdes
que bajan hasta el puerto, porque allí acaba el mundo
y es infinito el mar.
Dos mujeres desnudas y al tocarlas
suena el cielo naranja,
crecen árboles nuevos,
es verano otra vez y ellas se han ido.
Me desharé en la belleza,
como todos los cuerpos en la luz.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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