Originaria de Luque, Paraguay, Bueno de Acuña fue una importantísima poeta, docente, periodista y actriz.
No te pierdas estos dos poemas de Dora Gómez Bueno de Acuña.
En un cálido abrazo
se unieron nuestras almas:
recostó su cabeza en mi hombro
y nos sumimos hondo;
y yo sorbí su aroma
y yo bebí su aliento
inolvidable y dulce;
y sentí en las entrañas
tierno desgarramiento.
Él me besó en el cuello:
le impregnó la fragancia
sutil de mi cabello,
me besó en la mejilla,
y sentí que de pronto
cantaron los zorzales invisibles
de una eclosión de maravilla.
¡Oh mi amado del alma!
qué importa la materia
si más que nunca fuiste
sin presentirlo acaso
la voz de mi destino:
¡oh poder del arcano,
es la raíz tan honda
que nutres a la planta gota a gota
en el divino hueco de tu mano!…
Fue el destino, yo no sé lo que fue,
incansable viajera con el alma dormida
yo llegué hasta tus pies.
En la frente llevaba una pálida flor.
Fue el Destino… yo no sé lo que fue…
con el mudo lenguaje de un suspiro muy hondo
tú me hablaste de amor:
y la pálida flor que en mi frente llevaba
fulguró como un sol.
Fue un momento inefable cuando tú me besaste,
el universo entero suspendió su latido
para escuchar el ritmo de nuestros corazones.
Oh el beso que se bebe en la boca querida
oh despertar sublime de las almas dormidas!…
Tu cabeza romántica abatióse en mi hombro
y en el instante único en que por vez primera
supe lo que era amar,
remontóse mi espíritu a regiones celestes
donde moran los dioses,
me llené de infinito, me llené de grandeza,
y en el espejo claro de tu clara mirada
yo me vi retratada
toda blanca, tan blanca,
más pura todavía que corona de lirio,
majestuosa garza con el pico entreabierto
en un gesto supremo de belleza y de olvido.
Y la pálida flor que en la frente llevaba
se aromó con el sol de tus cabellos.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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