Rapándoselo estaba cierta hermosa,
hasta el ombligo toda arremangada,
las piernas muy abiertas, y asentada
en una silla ancha y espaciosa.
Mirándoselo estaba muy gozosa,
después que ya quedó muy bien rapada,
y estándose burlando, descuidada,
metióse el dedo dentro de la cosa.
Y como menease las caderas,
al usado señuelo respondiendo,
un cierto saborcillo le dio luego.
Mas como conoció no ser de veras,
dijo: «¡Cuitada yo! ¿Qué estoy haciendo?
Que no es ésta la leña deste fuego».
Soñaba una doncella que dormía
con un galán que amaba tiernamente,
y que en él todo andaba diligente
y descuido ninguno no tenía.
Ella, aunque mal, al fin, se resistía,
diciendo:”¿Qué dirá de mí la gente?”,
en efecto cumplió con su accidente,
dando los dos remate a su porfía.
El galán la besaba y la abrazaba
con más calor que un encendido leño;
lo dulce a derramar no comenzaba,
cuando se despertó, y le dijo al sueño:
“¿Durar un poco más, qué te costaba,
pues para mí era gusto no pequeño?”
¡Dale sentido a tus sentidos!
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