Rigel Herrera es, sin lugar a dudas, una de las más destacadas artistas mexicanas de este siglo. Esta excelente pintora, de técnica exquisita y vehemente sensibilidad, ha conquistado con maestría los hipnóticos territorios del sexo, la pornografía y el erotismo. El deleite que ella experimenta en cada pincelada, nos lo transmite con absoluta honestidad a través de cada una de sus pinturas. En Let’s Kinky tuvimos el placer de platicar con ella y queremos compartirte un poco de esta interesante y divertida charla.
Let’s Kinky: La mujer es la protagonista indiscutible de tu obra, ¿cuál es tu visión de la belleza femenina?
Rigel Herrera: Se ha ido modificando; no en lo profundo y esencial, pues para mí la mujer es bella siempre, póngase lo que se ponga, pero sí ha cambiado la forma en que lo expreso. Mi serie anterior, por ejemplo, tenía mucho que ver con el nivel de inmersión de la moda y de lo “fashion” en nuestra sociedad y cómo esto afecta la concepción de belleza femenina tanto en el imaginario masculino como, por supuesto, en el de la misma mujer.
Sin embargo, llegó el punto en que sentí que toda mi serie pasada había llegado a una frivolidad absoluta, sentí que llegué a una banalidad total que me hizo perder mi personalidad; era una lucha interna, pintaba mis obras como el retrato de Dorian Grey, a ver si un día yo me convertía en la de la pintura. Entonces empecé a cambiar algunas formas, y de ahí viene el asunto de quitarles el rostro a los personajes; para, a partir de esta despersonalización, volver a encontrar mi camino.
LK: ¿Cuál es entonces la principal diferencia entre tu serie anterior y tu obra nueva?
RH: La serie pasada representaba un erotismo femenino para la provocación masculina, mientras que ésta trata más bien de una auto-seducción, de este erotismo femenino, de y para la mujer, que tiene más que ver con las texturas, el tiempo, los olores, con el apapacho, con lo sutil y lo sugerente… De ahí que sobresalga la voluptuosidad de los textiles sobre la piel, como si fuera una segunda piel cuyo roce delicado prolonga los límites de la sensualidad.
Esta serie parte de una frase magnífica de Baudrillard: «’Yo seré tu espejo’ no significa ‘yo seré tu reflejo’, sino ‘yo seré tu ilusión’»; en este sentido, estoy tratando de anular el aspecto ilusorio del cuerpo, ese que, entre otras cosas, dicta que una mujer de 1.80 y 60 kilos es la belleza ideal. Entonces la obra, lejos de ser una oda al canon impuesto, es una crítica y un cuestionamiento; también otro fundamento para los rostros borrados.
Por supuesto, todo esto sin perder el carácter seductor propio de mi obra: para mí, el erotismo no está únicamente en la obra como producto final, está presente desde el inicio del proceso: en la forma de mezclar los colores y de colocar la pintura… es como una infinidad de caricias que el pincel otorga al lienzo. Pintar es para mí un acto de seducción en sí, más allá del resultado, así que si tuviera que pintar un celular, seguramente sería un celular muy cachondo.
LK: ¿Quiénes son las mujeres de tus pinturas? ¿Son fantasías, modelos, fotos?
RH: La mayoría de mis imágenes son de páginas porno o de publicidad. Parto de eso como detonante y de ahí me apropio de la imagen: la modifico, cambio la posición de la chica, le cambio los colores, etcétera. En mi serie anterior trabajé más con publicidad, pero ahora regresé mucho al porno; aunque la verdad hoy en día ya no hay mucha diferencia entre una revista de moda y una de Playboy, a veces lo único que las distingue es si muestran o no el pezón (risas).
LK: Tienes una técnica muy clásica y depurada que contrasta con la temática hasta cierto punto disruptiva de tus obras, ¿cómo reacciona el público ante esto?
RH: Me han criticado mucho que, en esta época de arte contemporáneo y lentes tirados en el piso del museo, yo soy una pintora de caballete, de técnica y disciplina; me fui a Boloña a estudiar la técnica del pegado de hoja de oro para aplicarlo correctamente en mis pinturas. Sí, hay gente a la que no le gusta mucho este aspecto tradicional, pero, como en todo, también hay quienes conectan padrísimo con mi obra.
LK: Es inevitable notar, al ver tu obra y al platicar contigo, que eres una persona completamente Kinky, ¿así lo consideras tú? ¿Por qué?
RH: ¡Sí! Soy Kinky de corazón, toda mi vida he sido así y en todos los aspectos. En lo profesional, como ya lo platicamos, pintar es para mí todo un acto erótico, así que tengo el trabajo más seductor del mundo; de hecho, yo no sé qué hago cuando pinto, pero siempre termino llena de óleo en las nalgas y en las piernas (risas). No lo hago de forma consciente, pero todo el tiempo, mientras trabajo, estoy en comunicación física con mi cuerpo.
Y en lo personal, soy completamente sexual y muy fetichista. Colecciono objetos Kinky de distinto tipo: tengo una colección de dildos y penes de todos los colores, tamaños y materiales; también tengo unas esposas de seda natural y mi colección de zapatos. Cuando empezaron a ir mis sobrinos a mi casa, mi mamá terminó casi rogándome: “guarda todas esas cosas bajo llave, por favor” (risas). Además, tengo que confesar que cuando leo por placer, sólo leo libros que tengan que ver con sexo.
Ahora, no te quedes con las palabras y conoce la obra de Rigel, estamos seguros de que te cautivará. Su más reciente exposición, El jardín de las delicias, se inaugura este miércoles 27 de julio a las 19:30 en la Galería de Arte Contemporáneo Traeger & Pinto, y podrás disfrutarla hasta el 25 de agosto. ¡No te esperes hasta el último para darle sentido a tus sentidos!
Galería Traeger & Pinto Arte Contemporáneo
Dirección: Colima 179, Col. Roma, CDMX
Horarios: Lunes a Viernes – 9:00 a 15:00 y 16:00 a 18:00