¡Sirinx, divina Sirinx! Buscar quiero la leve
caña que corresponda a tus labios esquivos;
haré de ella mi flauta e inventaré motivos
que extasiarán de amor a los cisnes de nieve.
Al canto mío el tiempo parecerá más breve;
como Pan en el campo haré danzar los chivos;
como Orfeo tendré los leones cautivos,
y moveré el imperio de Amor que todo mueve.
Y todo será, Syrinx, por la virtud secreta
que en la fibra sutil de la caña coloca
con la pasión del dios el sueño del poeta;
porque si de la flauta la boca mía toca
el sonoro carrizo, su misterio interpreta
y la harmonía nace del beso de tu boca.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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