Temblor y desnudez en dos poemas de José Ángel Valente

29 noviembre, 2017 2 mins de lectura
Compartir

El temblor

La lluvia

como una lengua de prensiles musgos

parece recorrerme, buscarme la cerviz, bajar,

lamer el eje vertical,

contar el número de vértebras que me separan

de tu cuerpo ausente.

Busco ahora despacio con mi lengua

la demorada huella de tu lengua

hundida en mis salivas.

Bebo, te bebo

en las mansiones líquidas

del paladar

y en la humedad radiante de tus ingles,

mientras tu propia lengua me recorre

y baja,

retráctil y prensil, como la lengua

oscura de la lluvia.

La raíz del temblor llena tu boca,

tiembla, se vierte en ti

y canta germinal en tu garganta.

La mujer estaba desnuda

La mujer estaba desnuda.

Llegó un hombre,

descendió a su sexo.

Desde allí la llamaba

a voces cóncavas,

a empozados lamentos.

Pero ella

no podía bajar

y asomada a los bordes sollozaba.

Después, la voz, más tenue

cada día,

ya se iba perdiendo en remotos vellones.

La mujer sollozaba.

Tendió grandes pañuelos

en las lámparas rotas.

Vino la noche.

Y la mujer abrió de par en par

sus inexhaustas puertas.

Si te gustó este poema, también podrías disfrutar de esto: Wendy Guerra: dos poemas