Una mujer me espera, ella todo lo contiene, nada le falta.
Pero todo le faltaría si el sexo le faltara, o si le faltase el
semen del hombre suyo.
El sexo todo lo contiene: cuerpos, almas,
significados, pruebas, purezas, delicadezas,
resultados, anunciaciones.
cantos, órdenes, salud, orgullo, el maternal misterio,
la leche seminal.
Todas las esperanzas, beneficios y dones, todas las pasiones,
amores, bellezas, delicias de la tierra.
Todos los gobiernos, jueces, dioses, camaradas del mundo.
A todos los contiene el sexo, como partes suyas y
justificaciones suyas.
Sin vergüenza, el hombre a quien amo conoce y pregona
las delicias de su sexo.
Sin vergüenza, la mujer a quien amo conoce y pregona
las delicias de su sexo.
Ahora, me alejaré de mujeres impasibles,
Iré y me quedaré con aquella que me espera, y con aquellas
de sangre caliente que me satisfagan,
veo que ellas me comprenden y no me niegan,
veo que son dignas de mí, sería el robusto marido de
esas mujeres.
Ellas no valen un ápice menos que yo,
su cara está curtida por los soles radiantes y por los
vientos impetuosos,
su carne tiene la antigua agilidad y fuerza divina.
Saben remar, nadar, andar a caballo, luchar, disparar
el arco, correr, golpear, retroceder, avanzar, resistir,
defenderse.
Son por derecho propio inexorables, serenas, claras,
seguras de sí mismas.
¡Mujeres, os estrecho contra mí!
No consentiré que os vayáis, os haré un bien,
soy para vosotras y vosotras sois para mí, no sólo para
nosotros, sino para los demás.
En vosotras duermen héroes y poetas,
no quieren despertar sino a mi contacto.
Soy yo, mujeres, me abro camino.
Soy severo, agrio, fuerte, obstinado, pero os amo,
no os daño más que lo necesario,
derramo la materia de la que saldrán hijos e hijas dignos
de esta República y empujo con rudo y lento músculo,
me uno enteramente a vosotras, no hago caso de súplicas,
no me atrevo a irme sin haber depositado lo que durante
tanto tiempo se ha acumulado en mí.
Vierto en vosotras mis ríos encajonados,
en vosotras envuelvo un millar de años venideros,
en vosotras injerto lo más precioso de mí y de América.
De las gotas que destilo sobre vosotras, saldrán hijas
resueltas y atléticas, nuevos artistas, músicos y cantores,
los niños que en vosotras engendro habrán de
engendrar a otros niños,
de mis derroches de amor, exijo hombres y mujeres
perfectas.
Espero que se compenetrarán con otros, como nosotros
nos compenetramos ahora.
Confío en la efusión de sus manantiales, así como
confío en la efusión de mis manantiales presentes.
Espero brotes amorosos de nacimiento de la vida, de
la muerte, de la inmortalidad, que con tanto amor,
siembro ahora.
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