Para los aztecas, como para muchas otras culturas ancestrales en todo el mundo, los placeres exquisitos de la carne eran regalos que los dioses les brindaban por ser una de sus más preciadas creaciones; y como tal, disfrutaban del regocijo sexual sin tabúes ni prejuicios hasta que la conquista española del imperio trajo consigo una serie de filosofías moralistas que se impusieron para dictar cómo las personas debían vivir sus vidas en relación con los demás. En los huehuetlatolli, breves discursos sobre la vida que los nahuas prehispánicos utilizaban para educar a sus descendientes, se habla directamente de esto. Para muestra un fragmento del libro escrito por el historiador especialista en el México precolombino, Alfredo López Austin, Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas:
“Oye bien, hija mía, niña mía: no es un lugar agradable la tierra [… pero] para que no estemos viviendo en lloros por siempre, para que no fenezcamos de tristeza los hombres, él, Nuestro Señor, se dignó darnos la risa, el sueño y nuestro sustento, nuestra fuerza, nuestro brío. Y esto más: lo terrenal (el sexo), para que sea la reproducción. Todo esto embriaga la vida sobre la tierra para que nadie ande llorando”.
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Es bien sabido que todas la mitologías de las culturas ancestrales, y en este caso prehispánicas, son una explicación más simbólica y metafórica de lo que sucede en dicha construcción social y su relación con la naturaleza y lo que les rodea. En el caso de las culturas mexicanas, Xochiquetzal, “Flor de Plumas” o “Flor Preciosa”, es la diosa que representaba las flores, el amor, la sensualidad y la belleza, entre muchas otras cualidades asociadas a la fertilidad y la creatividad juvenil.
La diosa Xochiquetzal es representada en un cuerpo femenino ataviado con un tocado de plumas de quetzal en la cabeza, se le atribuye gracia y alegría, sensualidad y belleza. Por su naturaleza de mujer hermosa, se utiliza comúnmente para metáforas en las que se desea hablar de encuentros sexuales y “tentaciones” carnales. Hoy en día se conocen más de 40 representaciones de esta deidad que se amalgaman entre las distintas culturas mexicanas pero, sin importar sus diferentes figuras e imágenes, es bien conocido que su arquetipo es el de una mujer joven en plena potencia sexual. Podríamos decir que Xochiquetzal es una amante divinizada que evoca el amor, la voluptuosidad, la sensualidad, el deseo sexual, el placer y la belleza en general.
De acuerdo al mito de su origen, se relata que esta hermosa y sensual diosa, hermana de Xochipilli (Príncipe de las Flores), nació de los cabellos de una diosa madre, Tlazolteotl, de quien también te hemos platicado con anterioridad. Y como bien dice el dicho “de tal palo tal astilla”, se le adjudican una buena cantidad de consortes y amantes, entre ellos destacan Tláloc, el dios de la lluvia, Ixotecuhtli, dios de la Libertad y Tezcatlipoca, dios de la providencia, de lo invisible y de la oscuridad; quien la raptó dando inspiración a una historia muy parecida al mito griego de Hades y Perséfone. Además, se cuenta que era atendida exclusivamente por otras mujeres para evitar que fuera vista por los hombres y que estos sucumbieran ante la tentación que su sensualidad representaba.
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Entre otras cosas, Xochiquetzal era invocada para obtener belleza y sensualidad; también para lograr partos y cosechas fructíferas, para hablar de amor y para conseguir matrimonios estables, para la libertad y el placer sexual, para sobresalir en las artes y para conquistar a la persona deseada. En su festividad Xochilhuitl o Fiesta de las Flores, que se celebra todavía por algunos grupos que siguen las tradiciones, se acostumbra llevar flores de todos los colores y tipos, así como una gran ofrenda de comida; los pueblos cercanos proveen distintos tipos de tributo para honrarla.
Ahora que ya conoces a esta bella diosa representante de los placeres que tanto te gustan, seguramente te habrás inspirado para mejorar y aprender más sobre las artes amatorias a las cuales Xochiquetzal se consagraba; así que sigue leyendo para convertirte en un maestro del placer.
¡Dale sentido a tus sentidos!
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