Reconocida como “Sexóloga del año” en 2013, dedicada a la sexología desde hace más de 10 años, mujer sexy, plena, independiente y emprendedora: Irene Moreno nos cuenta un poco de su historia y nos habla de la importancia de informarse, ser conscientes respecto a nuestra sexualidad y, sobre todo, de aprender a disfrutar.
Let’s Kinky: ¿Cómo te iniciaste en esto de la sexología?
Irene Moreno: Tengo una formación avalada por la UNAM y como comunicadora llevo ya muchos años en los medios, ahí fue donde comencé a tratar muchos de estos temas, dentro del programa de radio. Pero fue hace unos 10 años que decidí estudiar sexualidad ya de manera profesional, como sexóloga educadora y sexóloga clínica, es decir, para poder dar terapia.
LK: ¿Por qué decidiste dedicarte de lleno y de forma profesional a la sexología?
IM: En alguna etapa de mi vida, el tema fundamental de mis programas fue la mujer; hablábamos mucho de temas de salud sexual y me di cuenta de que había muchos prejuicios (no tocar sus mamas para checarse o no ir a un papanicolaou) y mucho miedo al hablar de eso temas. Entonces, empecé a entrevistar a muchos sexólogos, y cada que iba uno, el teléfono se desbordaba de llamadas con dudas tan básicas como “qué es un orgasmo, cómo funciona la respuesta sexual, qué hago si mi pareja no tiene erecciones o cómo le digo que tiene una eyaculación muy rápida y que yo quiero más.
Yo dije: “¡Wow! Creo que hay mucho por aprender y por difundir”. Entonces, una de mis invitadas recurrentes, Silvia Cobián, me dijo: “oye, voy a abrir una nueva generación para la formación de sexólogos, ¿puedo comentarlo en tu programa?” Fue al programa y cuando terminó le dije “¡Yo también quiero integrarme a tu generación de sexólogos!”
LK: Como comunicóloga, ¿cómo cruzas la barrera para poder hablar de sexo en un país donde hasta la fecha es un tabú?
IM: ¡Ese es el gran reto! Estamos llenos de una doble moral que tiene muchos prejuicios, en donde hay mucha culpa y mucha vergüenza, y claro que poder sensibilizar al público es una labor complicada; incluso abrir la puerta para que escuchen a veces cuesta trabajo. No todo mundo está dispuesto a abordar el tema o a aceptar a la persona que habla del tema, pero cada vez voy encontrando que simplemente explicando de una manera muy simple qué es la sexualidad, la gente te empieza a percibir de una manera diferente.
LK: ¿Cuál crees que es el prejuicio más grande con el que la sociedad mexicana tiene que luchar? ¿Por qué mucha gente no se atreve a acercarse a un profesional y decirle “oye, ayúdame”?
IM: Uno de los grandes prejuicios es la educación machista que tenemos. Estamos empapados de ideas como que el hombre debe ser quien dirija la relación sexual, que es mejor ser hombre que mujer o el hecho de ver cualquier relación no heterosexual como algo equivocado o retorcido. El machismo provoca esta inequidad de género que muchas veces avala la violencia, incluso sexual; así que creo que esta es una de las barreras más grandes y, para mí, una de mis prioridades es abatir ese discurso.
También hay una cultura religiosa que aumenta los prejuicios. Aunque la gente no sea de ir a misa, está impregnada de esta cultura religiosa que sólo avala las relaciones sexuales con fines reproductivos y que estigmatiza el tema del placer. Cuando tenemos una educación religiosa que nos dice que para lo único que sirve el sexo es para reproducirnos y que en la institución del matrimonio la única visión es heterosexual, entonces crece la estigmatización de la sexualidad no reproductiva y de la diversidad sexual.
LK: ¿Cómo definirías el concepto de sexualidad de una manera abierta, clara y profesional?
IM: La sexualidad es una parte integral del ser humano. No podríamos concebir la existencia humana sin el sexo; es la energía más poderosa y debemos conocerla y cuidarla. Sin una sexualidad sana e informada no podemos ser personas sanas emocionalmente y establecer relaciones igualmente sanas; por eso es vital tener una educación sexual que nos permita disfrutar, que nos permita conocernos y, a la vez, transmitir a nuestras futuras generaciones una educación sexual con conciencia.
LK: ¿Qué es la conciencia sexual?
IM: Es la toma correcta de decisiones a partir del conocimiento. No puedes hacer conciencia si no hay conocimiento y el conocimiento científico te lleva justamente a darte cuenta de que la sexualidad es poderosa, necesaria, forma parte de ti. Es saber que el ejercicio de una sexualidad libre implica responsabilidad y que esa responsabilidad no le toca a mi pareja ni al gobierno, ¡me toca a mí! Hacerme responsable es cuidar mi cuerpo, tomar anticonceptivos, evitar riesgos de un embarazo no planificado, de infecciones de transmisión sexual.
LK: Como doctora ¿cuál crees que es la responsabilidad más grande de las mujeres?
IM: Tomar consciencia de nuestro cuerpo antes que nuestra pareja. Conocerte, mirarte, reconocerte como una mujer en tu propio estilo, porque hay muchas maneras de ser mujer. Saber que tú eres la responsable de tus orgasmos y de tu placer, no la otra persona.
LK: ¿Cuál sería la forma de quitarnos esa pena, esos prejuicios respecto al sexo?
IM: Hay que aprender a naturalizar la sexualidad, darle ese lugar esencial en nuestra vida porque sin sexo, sin sexualidad, no existiría el mundo. Somos seres sexuales desde el día de nuestro nacimiento hasta el día de nuestra muerte, pero la manera en que vivas esa sexualidad es lo que determinará tu plenitud o tu frustración.
LK: ¿Cómo podemos nosotros, gente de a pie, comenzar a naturalizar la sexualidad?
IM: Empecemos por llamarle a las cosas por su nombre; decirles pajarito o tesorito a tus genitales es jocoso, pero es más doloroso porque si no puedes nombrar a tus genitales como si dijeras ojo, mano, ombligo, es como si hubiera algo vergonzoso en ello. La única forma de naturalizar la sexualidad es informándose, no es como que ya mañana despierto y ya me volví una persona super natural, sin prejuicios y open minded; es un proceso que empieza por cuestionarte:
1.¿Cuáles son los prejuicios que te impiden acercarte a tu sexualidad de forma natural?
2.¿Qué dicen esa “voces” que escuchas cuando quieres verte, tocarte o hablar de sexo y te empiezan a incomodar y a creer que es algo que no debería ocurrir?
Pregúntate si estos cuestionamientos te funcionan y si te sirve para algo tener tantos prejuicios, tanto miedo. Si tu respuesta es que ya no te sirve, entonces infórmate con libros, talleres, cursos, terapias. Una terapia no debe ser el último recurso, es un camino de autoconocimiento que te ayuda a enfrentar todos los miedos de los que hablo, a superarlos y confrontarlos; sobre todo porque no es un camino sencillo.
Y tú, ¿te atreves a romper prejuicios y paradigmas para vivir una sexualidad plena y consciente? ¡Atrévete y Hazte Kinky!
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