Hoy hablaremos de tu vagina. Contéstanos honestamente a lo siguiente: ¿cuántas veces has pensado en tu vagina como algo más que un órgano sexual y reproductivo? Es muy probable que nunca te hayas ni siquiera preguntado lo anterior, pues nos han educado de forma fragmentada: “estos son tus pies y son para caminar, estos son tus ojos y son para ver, esta es tu vagina y es para tener relaciones sexuales y procrear”.
O sea, sí; ¡pero somos organismos mucho más complejos que eso! En el aspecto sexual, el problema de vernos de manera fragmentada es súper común y consiste en pensar que en el sexo solo están involucrados los órganos sexuales y que estos solo están para fines sexuales. Esto nos lleva a olvidar que el cuerpo (tanto el de uno como el de la pareja) y la mente son una unidad que requiere de cuidado y estimulación conjunta, no aislada.
Seguro ya te estás preguntando: “¿Y eso qué tiene que ver con el masaje vaginal?” Pues bien, se relaciona con que, generalmente, cuando la gente escucha “masaje genital”, lo primero que piensa es que es lo mismo que la masturbación; pero justamente queremos empezar aclarando que no son lo mismo, pues sus objetivos son diferentes: la masturbación busca el orgasmo; el masaje vaginal busca “apapacharte” y redescubrirte.
No, no es un masaje con final feliz; tampoco es un eufemismo para la masturbación; pero sí, sí te va a proporcionar placer. Justo como cualquier otro masaje relajante en cualquier parte de tu cuerpo: sientes placer, lo disfrutas, pero no en un sentido sexoso o cachondo. En el caso del masaje vaginal, como se trabaja directamente sobre las zonas erógenas primarias, es probable que experimentes placer sexual e, incluso, un orgasmo; pero ese no es su objetivo primordial, solo será una posible (mas no necesaria) consecuencia.
Entonces, si no persigue el orgasmo, ¿cuál es el objetivo de un masaje vaginal? La respuesta es tan simple como necesaria: te ayudará a relacionarte con el placer de otra forma, a explorarlo sin necesariamente relacionarlo con “venirte”; se trata de redescubrir el potencial erótico de tu área genital sin sexualizarla por reflejo. Sí, sabemos que parece contradictorio, pero en realidad no lo es si logramos quitarnos la noción fragmentada de nuestro cuerpo.
Lo anterior se basa en concepciones hinduistas y budistas -orientales, en general- sobre el cuerpo y las energías que fluyen dentro de él. De hecho, el masaje genital está inspirado en las técnicas del tantra; si bien no nos atrevemos a decir que son lo mismo, pues un masaje tántrico de verdad no lo puede hacer cualquiera, sino que requiere de un especialista y de una preparación mental específica.
Básicamente se trata de ir recorriendo toda la zona genital con las yemas de los dedos y en movimientos circulares; empezando por el hueso del pubis, yendo luego a los labios mayores, después a los menores y finalizando alrededor del clítoris. Olvídate de movimientos acelerados y urgentes, piensa que quieres “relajar” los músculos y la piel de la zona y procura movimientos suaves y con una presión moderada de tus manos.
Si te das la oportunidad de intentarlo, recuerda siempre que el objetivo principal no es que llegues al orgasmo. Por supuesto, tampoco te contengas si estás experimentando placer, al contrario, permítete sentirlo; simplemente conéctate con tu cuerpo y verás que vas a descubrir sensaciones nuevas y fantásticas. ¿Te animas?
¡Atrévete!
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