Aunque parezca nuevo y se haya puesto más de moda en los últimos meses, la historia del término “Bud-Sex” data de 2016, cuando el sociólogo de Oregon Tony Silva identificó el fenómeno y escribió un artículo llamado “Bud-Sex: Construyendo una masculinidad normativa entre hombres heterosexuales rurales que tienen sexo con hombres”. Desde entonces, el fenómeno ha ido creciendo y hoy es muy común entre jóvenes.
Como podrás imaginar por el título del artículo que lo empezó todo, la onda del Bud-Sex empezó siendo identificada por Silva en medios rurales, ya sabes, tipo esos sombrerudos texanos que se las dan de “muy hombres” en su día a día, pero que (de eso justamente habla el estudio) por alguna razón tenían sexo casualmente con otros hombres sin cambiar su noción propia de heterosexuales.
Según el estudio, los participantes seleccionaban a sus parejas en función de la masculinidad, raza e identidad sexual. Esto significa que muchos de los hombres elegían a otros hombres “masculinos”, de su misma raza y que también se consideraban heterosexuales; por lo tanto, ellos consideraban que sus encuentros eran heterosexuales y masculinos, a pesar de que estaban teniendo relaciones sexuales con otro hombre.
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Por supuesto (como todo en esta época), el término está hoy en día lleno de controversia: hay quienes afirman que es una práctica válida para reforzar la identidad sexual heterosexual, otros dicen que en realidad los que tienen Bud-Sex son bisexuales o pansexuales y punto; y obvio, están los más extremos que afirman que solo son hombres que en realidad son gays pero están tan reprimidos que no lo pueden aceptar tal cual.
Al final, el hecho real es que la práctica va en aumento en todos los sectores poblacionales (pero sobre todo entre adultos); así que te explicaremos sus características principales. Para empezar, según dicen los testimonios, en el Bud-Sex no hay romanticismo, sino que, como son amigos (“bud” – cuate) suelen compartir hobbies y pláticas de política o hasta de mujeres; entonces, el sexo es solo un elemento adicional en su relación.
Por otro lado, según muchos estudios, la mayoría de los hombres que practican el Bud-Sex son heterosexuales, blancos, mayores de 50 años y casados con hijos. Suelen pertenecer a generaciones para las que era difícil expresar cualquier otro tipo de deseo sexual, así que tienen súper interiorizada la heteronormatividad y las reglas masculinas; por ello, psicológicamente hablando, el hacerlo con un hombre que luzca “masculino” no pone en riesgo su propia masculinidad.
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Las últimas características de las que hablaremos son quizá las únicas que nos parecen un tanto tristes ya que revelan prejuicios y falta de aceptación personal. Por un lado, el Bud-Sex se mantiene siempre en secreto: prácticamente ningún hombre va por la vida diciendo que lo hace, pues lo asume como una vergüenza social, lo cual revela que en realidad, en el fondo, sí lo ven como algo malo o “indecente”.
Y finalmente, se ha comprobado que un gran porcentaje de los practicantes de Bud-Sex, a pesar de que tienen relaciones sexuales con hombres, muestran actitudes homofóbicas en su vida cotidiana; incluso rechazan fuertemente a los hombres afeminados. Comprensible, si pensamos en la pertenencia a una cultura patriarcal y heteronormativa; pero nunca justificable pues, como siempre insistiremos, el prejuicio y el rechazo no tienen cabida en un mundo Kinky.
¡Hazte Kinky!
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