Pensemos en la historia de la formación de una pareja: se conocen, se gustan, se besan, conversan, salen, tienen sexo (este último colóquese donde se prefiera)… y las cosas empiezan a avanzar hasta que ya son pareja formal. A lo largo de este proceso, prácticamente a nadie se le ocurre que hay conversaciones que todos deberíamos tener con nuestra pareja; normalmente las damos por hecho o no las consideramos importantes hasta que surge algún problema, pero para evitar posteriores conflictos te recomendamos que las tengas desde un inicio.
Todas las conversaciones son importantes, pero esta es quizá la más evidente. No asuman nada, háblenlo: desde un inicio decidan si quieren que su relación sea exclusiva o no. Quizá deciden que sí y se prometen fidelidad; quizá deciden que no y que pueden tener sexo casual sin que el otro sepa; quizá se deciden por una relación poliamorosa… no importa, lo que sí importa es que sean !00% honestos en esta plática y que ambos estén en el mismo canal.
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En términos de salud sexual, es esencial que decidan cómo se cuidarán, tomando en cuenta que el condón es el único método que protege contra infecciones de transmisión sexual; en el aspecto de salud reproductiva, también deben platicar si quieren o no hijos y cómo se cuidarán: ¿ella tomará pastillas, él se hará la vasectomía, parches, inyecciones? Nuevamente, la decisión debe ser algo que les convenga a ambos.
Quizá en un principio de la relación esto no sea un problema porque el enamoramiento hará que quieran vivir como conejos, pero después de un tiempo, nuestros cuerpos vuelven a la normalidad y entonces puede haber disparidades. Charlen de forma casual sobre cómo es su deseo sexual normalmente, cuántas veces a la semana es lo “ideal” para cada uno, cuánto es “poco” sexo, etc. Esto les ayudará a entender al otro y a saber a qué se enfrentarán posteriormente.
Esta plática no es tanto para evitar problemas, sino más bien para lograr que su vida sexual sea más placentera y estén más en sintonía. Hagan una noche de pareja con cena, vino (o lo que les guste) y háganse preguntas picantes: ¿cuál es tu posición preferida? ¿Qué práctica sexual disfrutas más? ¿Cómo te gusta que te hagan tal cosa? Además de ayudarlos a conocerse mejor sexualmente, quizá los prenda y acaben en la cama ese día.
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Esta es una plática que siempre querremos evitar, ya que hablar de nuestros miedos e inseguridades nos vuelve vulnerables y, normalmente, queremos lucir seguros y geniales ante nuestra pareja; pero si tu relación va en serio, es importante que el otro sepa aquello a lo que le temes en el aspecto sexual: quizá te da miedo el sexo anal, o tienes un trauma haciendo sexo oral y tienes pavor de hacerlo, o te causa inseguridad alguna parte de tu cuerpo… será una charla dura y difícil pero les hará mucho bien.
Y, claro, también con el objetivo de que su sexualidad sea plena y no caigan en la rutina, es ideal (además de muy sexy) que se cuenten sus fantasías personales: quizá habrá algunas que no se puedan/quieran realizar y se queden en fantasía; pero quizá descubren que tienen una en común o se les antoja otra fantasía que antes no habían considerado, quizá la pueden llevar a cabo y, créenos, cumplir una fantasía sexual con tu pareja es de las mejores cosas que les puedan suceder.
¡Hazte Kinky!
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