“Sexo salvaje” puede querer decir muchas cosas, pero en general nos referimos a todas las prácticas y actos sexuales que se oponen al sexo vainilla (tranquilito, tierno, convencional, estándar). Así pues, si tienes ganas de sexo salvaje es porque seguramente deseas explorar tu lado más animal, más agresivo, que experimenta con cosas más arriesgadas y fuera de lo común.
Esto abarca un amplísimo abanico de prácticas alternativas que tienen en común el hecho de salirse de la norma, desde el bondage y los juegos de dominación/sumisión, hasta prácticas menos visibilizadas como diferentes tipos de fetiches, el masoquismo, el sadismo y otras filias. El tema es que muchas de estas prácticas pueden ser peligrosas si no se realizan con las reglas y cuidados necesarios. Hoy te decimos cómo tener sexo salvaje de forma segura.
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La regla número uno y sine qua non: consentimiento. Se trata de que todas las personas involucradas en la práctica (ya sean dos o diez) se encuentren ahí por gusto y voluntad propia, es decir, toda acción debe ser consensuada y no puedes “probar” nada que no se haya acordado previamente; por ejemplo, si acordaron probar un látigo, ni se te ocurra ahorcarla a mitad del acto: NO quedaron en eso, ella no dio su consentimiento para ese acto en particular y por lo tanto eso se considera abuso, ¿está claro?
Recuerda que si no es “sí”, es “no”. Esto quiere decir que en todo tipo de prácticas de sexo salvaje o duro, es necesario la aprobación explícita de todos. También es importante tomar en cuenta que todo consentimiento puede ser revocado en cualquier momento; si algo no te gustó o prefieres no hacerlo, se dice y, aunque previamente lo hubieras aceptado, pues se revoca el consentimiento y ya estuvo.
Cuando tienes sexo salvaje sueles jugar con el placer que implica probar y romper los límites: sí, sobrepasar un poco los límites del dolor puede ser muy excitante y placentero, pero puede llegar un punto en que deje de ser placentero y solo sea doloroso o incómodo, por eso es muy importante que establezcan su palabra segura, para decirla cuando quieras que el otro pare definitivamente porque ya no estás disfrutando.
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Suena como algo muy fácil: “relájate”; pero en realidad lo más común es que las primeras veces que experimentas el sexo salvaje estén ambos tensos y nerviosos lo cual incluso puede reducir su umbral del dolor. Mientras más relajados y cómodos estén, más podrán disfrutar de sus bestias internas. Algo que les puede ayudar a relajarse es empezar por un buen dirty talking (diciéndose lo que quieren hacerse), en vez de ir directamente a los actos.
El aftercare (cuidado mutuo post-sexo) es otra de las partes más importantes del sexo salvaje; es el momento después del sexo en el que se procuran, se cuidan y se comunican respecto a la experiencia. El sexo duro puede ser muy intenso y, por lo tanto, puede conducir a momentos vulnerables después, así que no olviden pasar un tiempo abrazándose, consintiéndose y hablando sobre qué quisieran repetir y qué no.
¡Atrévete y Hazte Kinky!
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