En realidad, en erección, prácticamente no hay diferencia entre un pene al que se le ha practicado una circuncisión y al que no, ya que cuando un hombre no circunciso tiene una erección la piel del prepucio se recorre hacia atrás y libera todo el tronco del pene y –obvio- el glande. Como si se arremangara.
El problema comienza cuando el glande, o una porción de éste, no puede liberarse, es decir, que la manga del prepucio es muy estrecha y no se puede retraer; esto puede suceder por inflamación o bien, por morfología natural. Muchos de esos hombres se quejan porque sienten dolor durante la erección, a ello se le llama fimosis y sucede de manera medianamente frecuente, pero por desgracia muchos hombres viven con esa condición sin consultar a un especialista porque, claro, como siempre, todo asunto relacionado con genitales (sobre todo si tienen que ser vistos por razones médicas) causa vergüenza y creencias limitantes terribles.
En estos casos, es imposible higienizar y surgen problemas de intenso mal olor porque los restos o escurrimientos de orina y esmegma -el sebo natural que recubre al pene- no pueden lavarse; también suele dificultarse el orinar y tener una erección puede generar una sensación de tirantez o hasta de franco dolor. Imaginen la conexión emocional que dichos hombres tiene con su pene. Casi siempre se arregla con un ligero cortecillo y no siempre se retira todo el prepucio, sino sólo una porción para permitir que se deslice la piel de éste.
No. Hoy en día ciertas instancias consideran la circuncisión como mutilación genital, por lo que algunos pediatras ya no lo recomiendan a los padres de un recién nacido; otros proponen quitar sólo un pedacito, el que cubre el glande (media circuncisión). Pero cuando, ya sea desde la infancia o en la adultez, se reportan molestias, es necesaria la intervención quirúrgica. Será algo incómoda por dos o tres días, sobre todo cuando ya no se es un bebé, porque hay mayor movimiento físico, pero puede cambiar absolutamente perspectivas y modo de vivir.
Por otro lado, diversos estudios han revelado que el ser circunciso implica una menor propensión a infecciones de transmisión sexual; centros de estudio como The National Institute of Allergy and Infectious Disease y la Universidad Johns Hopkins han comprobado que los hombres circuncisos son hasta 54% menos propensos a contagiarse de ITS, incluido el VIH; esto porque las células del prepucio en su parte interna, pegada al pene, es mucosa y por lo tanto más proclive a ‘pescar’ un virus.
Explico: la vagina, por ejemplo, tiene un mayor potencial de contraer un virus porque no está hecha propiamente de piel, es tejido mucoso. De hecho, es más fácil que un hombre infecte a una mujer de cualquier ITS, incluso VIH, que al revés; porque el pene, al estar recubierto por piel, tiene esta especie de protección natural (aunque no está eximido). Ahora, el prepucio tiene dos caras. La que vemos, o sea la que es piel, y la que no vemos (su cara anterior) o digamos, el forro de esa manga que cubre al pene. Ese forro, es tejido mucoso y por ello tiene un mayor potencial de infectarse. Por ello, en algunos países en África (donde tener VIH es casi tan frecuente como tener gripe), se fomentó a inicios de 2005 una campaña de circuncisión porque se encontró que disminuía la tasa de infección en la población. Pero -que quede claro queridos circuncisos- el no tener el prepucio no los salva si tienen sexo insertivo con una persona infectada. Cuidadito.
El asunto de la estética es punto y aparte. Hay enorme discusión al respecto. Lo rosa, lo banal, sobra. Que si es más ‘bonito’ o no, es estupidez. Lo importante es lo funcional. Otros asuntos relacionan a la circuncisión con la pérdida de cierta sensibilidad. Nuevamente, no hay nada comprobado; la concentración mayor de terminales nerviosas se ubica en el glande; y por otro lado -para el caso- al erectarse dicho órgano, el prepucio se retracta, o sea, no recibe prácticamente estímulo. Tampoco se ingurgita, o sea, no colabora en el proceso de erección.
Al no tener esa manga, tu vida sexual no cambiará en nada.
Los asuntos de religión o tradición también son puntos aparte y, obvio, respetables porque hasta cierto punto no afectan la vida del circunciso, a diferencia de la circuncisión femenina que prevalece y que mutila, sin la menor asepsia, a millones de mujeres: cortan labios menores y clítoris con el fin de que no sientan placer, como parte de un rito y una costumbre donde incluso pueden coser el vestíbulo vaginal para impedir que sea penetrada hasta que se case o se venda al mejor postor. Eso sí es tema de terribles debates pero se sigue practicando. Aunque se le llama circuncisión, es mutilación porque si se equiparara con los hombres, resultaría en una amputación del glande y más de un tercio del tronco. Terrible.
Por ahora, si creen necesitar ayuda porque les resulta doloroso liberar el glande o el prepucio no se desliza naturalmente al tener una erección, es necesario que consulten a un urólogo. En especial si viven frecuentemente infecciones, inflamaciones, olor muy intenso o, MUY IMPORTANTE, si ya han vivido balanitis, o sea, inflamaciones del glande y su periferia; esta condición surge cuando hay mala higiene, sobre todo cuando no se es circunciso. Ciertas bacterias, hongos e incluso virus pueden estar ‘haciendo fiesta’ en esa zona, por lo que es importante que tu urólogo te dé un diagnóstico.
No vivan con condiciones que merman su capacidad para sentir placer y explorar todo su potencial amatorio. Básico y absoluto.