Ellos tienen la cabeza llena de fantasías sexuales y, al igual que ellas, no siempre se atreven a expresarlas todas. Nos hemos puesto a investigar cuáles son las fantasías sexuales más recurrentes de los hombres y nos encontramos tanto con las clásicas (sí, esas que son casi un cliché) como con algunas que, ya sea por pena o por miedo a ser juzgados, ocultan o no suelen expresar en voz alta.
A algunas mujeres, las fantasías masculinas les resultan extrañas o incluso llegando a lo “pervertido”; pero no te asustes, toma en cuenta dos cosas: primero, que la perversión como desviación de la norma es, desde una perspectiva psicoanalítica, “una parte inherente a la naturaleza humana”. Dicho de otra forma, todos, sin excepción, desarrollamos conductas que se desvían, en algún punto, de la norma.
Segunda: el término “fantasía” (también muy estudiado por el psicoanálisis) sugiere una oposición entre imaginación y realidad, y según Freud en muchos casos esta “producción puramente ilusoria no resistiría una aprehensión de lo real”. Es decir, la fantasía, como el sueño, es un proceso mental y no todo lo generado por nuestra mente necesita ser concretado; muchas fantasías existen sólo como ficciones del pensamiento y quien las crea tiene muy claro que no se atrevería a llevarlas a cabo.
Tip Kinky:
mándaselo mientras esté en una reunión de trabajo o un lugar público, duplicarás la excitación, te lo aseguramos.
En esta categoría caben muchísimas fantasías sexuales (estrictamente hablando, todas), puesto que si no hay un límite que trasgredir, entonces entramos en el territorio de lo cotidiano. Estas fantasías implican contravenir los límites de autoridad de cualquier tipo, de ahí la recurrencia de hacerlo en lugares prohibidos o con personas que teóricamente nos están vetadas.
¿Las más comunes en este rubro? Hacerlo en la oficina (ya sea con la jefa o con una empleada), al aire libre, en un ascensor, con una maestra o con una mujer casada. Algunos hombres han confesado que incluso llegan a fantasear con la amiga, tía o prima de su pareja; aunque casi todos declaran que no actuarían al respecto, lo que excita su fantasía es precisamente el factor de lo prohibido.
Recuerda que el órgano sexual más potente que tenemos es la mente, así que no te limites en tus fantasías y trata de cumplirlas todas, siempre y cuando respetes la ley suprema del estilo de vida Kinky: si me produce placer, hay consenso y no causa daño ni a mí ni alguien más, entonces no está mal: ¡hazlo, disfruta y dale sentido a tus sentidos!