Sin duda alguna, el tamaño del pene es una de las grandes preocupaciones de casi todos los hombres, incluso, muchos que tienen un miembro de tamaño promedio caen en la presión social de quererlo “más ancho y más largo”. Obviamente, muchos empresarios inteligentes y oportunistas han hecho de este trauma masculino el principal alimento de sus cuentas bancarias.
Esto es como el tema de bajar de peso para las mujeres: la mayoría siempre querrá bajar de peso y muchas están dispuestas a probar lo que sea – pastillas, parches, ungüentos – para lograrlo. Lo mismo ocurre con los hombres pero con el tema de su amiguito fiel; así es, aunque te repitamos mil veces que tu pene no lo es todo y que el tamaño no es tan relevante como tú piensas, hay quienes están tan obsesionados con el tema que caen en las redes de estafadores que se inflan los bolsillos a su costa.
En realidad, sí existen formas de agrandar el pene, pero tenemos que decirte que ninguna consiste en tomarte una pastilla y esperar a que se haga el milagrito. Básicamente, existen dos perspectivas en este asunto: la científica y la engañosa; la primera implica una intervención quirúrgica y la segunda… pues son todas las demás que te aparecen cuando abres una página porno en internet.
Para ganar de 3 a 6 centímetros de largo, se realiza una técnica denominada alargamiento quirúrgico del pene; no te vamos a contar paso a paso lo que hace el bisturí en esa zona, pero baste con decir que es altamente invasivo y que implica – además de los riesgos inherentes a toda cirugía – la posibilidad de desgarres, mala cicatrización y hasta pérdida de la función sexual.
Aunque las técnicas de hoy son mucho más efectivas que las de hace 15 años y minimizan los riesgos de la operación, muchos médicos se niegan a realizarla a menos que se trate verdaderamente de un caso de microfalosomia (condición en la que el pene mide entre uno y seis centímetros en erección), pues eso sí afecta las funciones orgánicas del hombre y hasta su estado emocional.
Aquí entran tantos como se te ocurran: pastillas, parches, cremas, tés, hierbas, la famosa bombita (que en realidad es para la disfunción eréctil) y hasta un método conocido como jelqing que promete alargar el miembro a través de masajes y estimulaciones manuales (bueno, con este si no te crece al menos gozas). No nos andaremos con rodeos: nada de esto sirve, no hay ninguna prueba científica de que así sea; más aún, algunos ni siquiera han pasado por controles de calidad que aseguren que no son dañinos, en otras palabras, no son seguros y pueden ocasionar efectos secundarios imprevistos.
En resumen, si no tienes una condición médica como el micropene, entonces aprende a hacer las paces con tu amigo, quiérelo como es y sácale el mayor provecho en vez de arriesgar tu salud y, de paso, regalar tu dinero. Recuerda que una relación sexual exitosa depende en un 80% de otros factores que no son tu pene.
Atrévete a cambiar tu perspectiva sobre el tema y ¡Hazte Kinky!
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