Aunque no hay zonas erógenas universales, y a tu chica le pueden gustar estímulos en ciertas zonas a diferencia de otras mujeres, el tema es que te atrevas a explorar lo inexplorado en su cuerpo para experimentar nuevas sensaciones. Aquí te damos algunas ideas y lo mínimo que debes saber sobre su cuerpo.
Ignorarlo es un delito sexual. Que no lo toques es equiparable con que te toquemos los testículos pero no estimulemos tu pene. Sólo el 30% de las mujeres a nivel mundial llegan al orgasmo por el simple hecho de ser penetradas. Nuestra vagina es nuestro órgano reproductor, nuestro clítoris, nuestro órgano sexual y por lo tanto, el responsable de que lleguemos al orgasmo. Cuando llegamos al orgasmo vía penetración, se debe a que se estimula nuestra pared anterior vaginal, la cual se encuentra conectada con las estructuras internas del clítoris y con las glándulas parauretrales, las cuales son responsables de la eyaculación y/o el squirt.
Es un órgano eréctil. Al excitarnos se llena de sangre y duplica su tamaño. Lo que ves sólo es la quinta parte: el capuchón y el glande. Adentro se extiende por encima de los conductos uretrales, lo cual puedes estimular desde nuestra vagina. Tiene el doble de terminales nerviosas que tu pene. Sólo y sólo él es el responsable de nuestros orgasmos, mismos que provocan contracciones y espasmos que se expanden y crean vibraciones vaginales. Se localiza arriba del orificio uretral. Sí, por donde hacemos pipí.
El Sr. Clit tiene que ser tu amigo. Lubrícalo. No hacerlo es ponerlo a trabajar en seco, sus miles de nervios se aturden y el orgasmo tarda más en llegar, o se va. Comienza con lentitud y ve subiendo la frecuencia. En un cunnilingus no abuses de la saliva. Sólo moja, masajea, succiona un poco y mantén el ritmo. No lo cambies, mucho menos si estamos a punto o tendrás que volver a empezar. El glande es extra sensible (lo puedes observar si levantas el capuchón), sondea qué tanto soporta ella el roce, puede haber dolor o sensación quemante. Cuando te penetran y a la vez te tocan el clítoris se produce un orgasmo letal, es el paquete completo. Sólo pedimos un poco de paciencia, puede tardar pero prueba y escúchanos gemir.
El clítoris es un órgano cundido de terminales nerviosas, entre 8000 y 10,000 cuya mayor parte se encuentra en el interior. Lo que observamos cuando una mujer abre sus labios mayores es apenas la quinta parte, el capuchón y el glande recubierto por éste. Por dentro cuenta con cuerpos cavernosos que se extienden hasta los labios menores y un cuerpo o tallo que se extiende por la zona superior del útero, como si estuviera recostado en la zona superior de éste. A esa unión, en algún momento se le llamó Punto G. Cuando Gräfenberg lo bautizó de este modo, poco se sabía sobre eyaculación femenina, realmente hoy se reconoce como una zona, por la cual se estimulan las glándulas parauretrales.
Y aunque hasta el día de hoy sabemos que la estimulación de la Zona G contribuye a promover la eyaculación femenina, tampoco es, digamos, la responsable. O sea, sí se reconoce que hay una zona en la pared anterior de la vagina que es más sensible que el resto del cono que la conforma. Esto porque ‘topa’ con el clítoris interno. Y esta zona que tiene incluso otra textura como rugosita, al presionarla y estimularla, crece, o sea se llena de sangre y sensibiliza dando sensaciones placenteras; al crecer presiona a las glándulas parauretrales. Hay quien de ese modo llega al clímax pero no necesariamente eyacula o squirtea.
O sea, para no hacernos un lío, al tener todas glándulas parauretrales, todas las mujeres pueden eyacular. Pero, ¿por qué a unas les pasa sin siquiera planearlo e incluso siempre que llegan a un orgasmo? Bueno, all parecer nos pasa a to-das, aunque no nos enteremos. De acuerdo con los últimos estudios como los del sexólogo Emmanuele Jannini en 2012, todas eyaculamos cuando tenemos un orgasmo.
La cosa, es que esa eyaculación puede o no ser expulsiva debido a un asunto de mera anatomía: del tamaño de los orificios de nuestras glándulas parauretrales y sus células excretoras. Jannini comenta que “las aperturas de las glándulas varían generalmente de una mujer a otra, al grado de que en algunas son casi diminutas y entonces, sucede, pero, el líquido eyaculatorio es redireccionado hacia la vejiga”; digamos que saldrá cuando hagamos pipí, normalito.
La mayoría de las mujeres lo tiene entumido por falta de estimulación directa. El pene pocas veces es capaz de tocarlo durante el coito. Procura ‘despertarlo’ en cada encuentro. Cuando Mr. G llega a su tope de tamaño impacta las glándulas de Skene, éstas se vacían hacia los conductos uretrales y surge el chorro o squirt. El secreto está en masajearlo hasta que la sensación orgásmica sea inminente. Entonces levanta su pelvis y pídele que presione las nalgas pujando. Puede o no suceder, como leíste, ya que no depende de ti sino de la anatomía de ella. Pero de que lo va a pasar bien, eso es seguro.
Toda vagina es una diosa. Aunque ahora sabes que por sí sola no es una fábrica del éxtasis, ten por seguro que ese incólume momento en que vas entrando es la gloria. Cuando tu pene muellea en su interior, sus nervios se activan. Suele haber un problema, no checamos que la entrada de la vagina esté bien lubricada. Entonces, aunque por dentro ya esté húmeda y lista, dolerá a la entrada del pene. Puede confundirse con dolor coital. Incluso al otro día puede ella hasta sentir la rozadura. Deben saber que los labios no están mojados siempre, hay que continuar el escarceo hasta que haya suficiente líquido.
Si ella comienza a poner ojo lloroso, lo que indica que le está doliendo, es probable que su suelo pélvico esté muy tenso. Relájala con caricias y estímulos externos y pídele que presione sus músculos pubococcígeos -que simule como si apretara para aguantar la orina- unas 10 cuentas. Mete poco a poco un par de dedos (lubricados) con la palma hacia abajo y pídele que los oprima con su vagina al tiempo que presionas hacia el perineo. Estará lista para el round. Si quieres un poco más de humedad, acaricia los labios menores en su unión con el orificio vaginal, estimularás las glándulas de Bartolini.
Pechos, lolas, como gustes llamarlas, fueron el primer estímulo visual que te capturó desde la infancia. Pudiéramos ponernos freudianos pero simplifiquemos: sabemos que las amas y deseas. No obstante, a veces salen algo traqueteadas de los encuentros. Hay mujeres a quienes les agrada un poco de dolor, algunas mordiditas en los pezones, aunque no es recomendable pasarse de la raya. Hay conductos debajo de la piel que se inflaman fácilmente.
Los senos son zona de cuidado, todos sabemos la incidencia actual del cáncer mamario así que agradeceríamos que ‘jugaras al doctor’. Muchas mujeres atendieron abultamientos en sus senos gracias a que sus parejas los notaron.
Explora lo menos obvio como la unión del pecho y el abdomen, es altamente sensible y casi nadie lo acaricia, besa o lame. Desde la axila comienzan los nervios y ganglios desliza tu lengua desde ahí y termina en tu favorito, el pezón.
Cada vez menos satanizado. El sexo anal o los estímulos producen placer para quien deja de verlo como ‘el innombrable’. Ella necesita estar muy excitada para que no le duela, hay que ponerle lubricante a discreción. Debes saber que solito no se expande y si no lo preparas antes el resultado es ‘auch’. Debes masajear y dilatar poco a poco. Será muy placentero y estará listo para poder penetrar.
También ella debe haber ido al baño al menos unas dos horas antes o… sí, puede pasar ‘eso’. Pero sobre todo que el único modo de que lleguemos al orgasmo durante dicha penetración requiere que nos estimulen el clítoris simultáneamente. Realmente el placer está más en la idea de que te están penetrando por una zona “prohibida”.
Los pliegues o músculos radiados se dilatan bajo estímulo. Es una zona con tantas bacterias como imagines, usa condón. Es más fácil contraer ITS o VIH por esta vía ya que al no lubricar naturalmente los vasos y tejidos suelen romperse aunque sea imperceptiblemente haciendo más factible el contagio. Debes cambiar el condón si posteriormente penetrarás la vagina y no compartas los dedos. Usa una mano para estimular el ano y la otra para la vulva, o enviarás bacterias e infección a ésta.
Antes de penetrar masajea circularmente hasta relajarlo. Introduce un dedo lentamente para medir su dilatación, y estimula las paredes de la entrada. Hasta que lo notes relajado y más amplio, colócate un condón (imprescindible para esta zona) y aplica mucho pero mucho lubricante con base de agua o silicona. Jamás en seco.
¡Ahora sí estás listo para acariciarla como un dios y llevarla al Olimpo!
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