¡Oh, l’amour! Desde esos primeros años en que te empieza a gustar “alguien del salón”, desde esos primeros noviazgos adolescentes que te llenan el estómago de mariposas, desde entonces creemos – porque así nos lo han hecho creer – que el amor es algo que surge de manera espontánea entre dos personas y que así como surgió se mantiene, alimentado por una especie de fuerza externa que todo lo puede; pensamos en el amor como una energía misteriosa y fascinante que nace y crece como por arte de magia.
¡¿Y qué decir del sexo?! Creemos exactamente lo mismo: que un día llegará alguien que despertará a esa bestia sexual que traemos dentro y que esa pasión será eterna, que nuestra vida juntos estará repleta de momentos de arrebato, erotismo y desenfreno hasta que la muerte nos separe. Y entonces… ¡oh, decepción! Cualquiera que haya tenido una relación en su vida puede atestiguar que las cosas no son tan sencillas como parece.
¡Y no es que estemos de pesimistas o de amargados! Por supuesto que tanto el amor como la pasión suelen empezar así: de forma natural, inexplicable y maravillosa, sin ningún esfuerzo consciente; pero creer que podemos mantenerlos vivos de la misma forma – sin esfuerzo ni trabajo alguno – equivale a creer en una fantasía que sólo es posible en las historias de Disney, en las películas de Hollywood o en las telenovelas… ¡ficciones al fin y al cabo!
Pero en la vida real – y sin afán de quitarle su aura mágica al amor -, lo cierto es que el enamoramiento y la pasión inicial son sólo las primeras etapas de un proceso que sí implica esfuerzo y dedicación y que, por lo mismo, muchos no estamos dispuestos a asumir. No se trata de pensarlo como un sacrificio o como un penoso trabajo que estamos obligados a realizar, pero sí de entender que mantener vivos el amor y la pasión requiere también de mucha voluntad y trabajo, necesitan alimentarse a diario de comunicación, detalles, comprensión y bondad (entre muchas otras cosas).
Lo mejor de todo es que ese esfuerzo cotidiano no tiene por qué ser aburrido o rutinario, y justo para eso estamos en Let’s Kinky, para ayudarte a nutrir diariamente tus relaciones de forma divertida, placentera y atrevida: recomendándote lugares para explorar tu lado más sensual, dándote consejos picantes para que disfrutes el sexo al máximo, compartiéndote reseñas de los mejores LoveHotels para que salgas de la cama y hagas lo de siempre como nunca… en resumen, echándote una manita en tu trabajo personal para obtener lo que deseas: el amor, los orgasmos, las sonrisas, la plenitud.
No lo pienses más y ¡Hazte Kinky!
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