Placer sexual ¿a solas? Descubre hasta qué punto es Kinky

22 octubre, 2017 3 mins de lectura
Compartir

En Let’s Kinky siempre te insistiremos en la importancia de quererte y respetarte. Creemos que no es posible involucrarse sanamente con alguien más si no te procuras a ti mismo(a) primero; y esto aplica tanto emocional como sexualmente. ¿Cómo puedes querer a alguien si no te quieres a ti? ¿Cómo esperas gustarle a otros si no te gustas a ti? Sabemos que suena a cliché, pero hay mucho de verdad en esto. Aunque también hay que reconocer los límites.

El amor y el respeto a uno mismo se expresa cotidianamente de muchas maneras y en muchos momentos: cuando te tratas bien en vez de insultarte o recriminarte cada que algo no sale como esperas, cuando eliges llevar un estilo de vida saludable para sentirte y verte mejor, cuando te miras al espejo y sonríes porque te gusta lo que ves o cuando te masturbas asumiendo que eres capaz de proporcionarte placer. 

Pero como casi todo en la vida, existe una delgada línea que separa los extremos perjudiciales, y a veces la cruzamos sin darnos cuenta. ¿Qué pasa cuando ya no somos capaces de reconocer nuestros errores porque nos creemos perfectos? ¿Cuando te miras en los ojos de otros y te encuentras siempre mejor que ellos? Efectivamente, podemos caer en el egoísmo y hasta en el narcisismo. Por supuesto, creemos que eso ya no es ni sano ni Kinky. 

Existe una filia llamada ipsofilia, que se define como el amor excesivo a uno mismo en el terreno sexual. Es decir, son personas que claman no necesitar de otro para encontrar toda la satisfacción sexual posible; no sólo se trata de masturbación, los ipsofílicos solo se excitan al ver su imagen en un espejo y alcanzan el orgasmo con la mera visión de su cuerpo y su rostro; no requieren de otros estímulos.

Como siempre, en este portal pugnamos por el equilibrio y estamos convencidos de que el placer sexual y el erotismo llegan a su apogeo cuando compartes con otro, cuando das y recibes, cuando te excitas ante un espejo porque ves dos cuerpos (o más, según tus gustos) que disfrutan; porque la sensualidad sin un par de ojos que la reciban se vuelve insustancial y porque la exploración de sensaciones compartidas es lo que le da el verdadero sentido al sexo. 

Por eso, quiérete y quiere, respétate y respeta, disfrútate y disfruta también del otro: para que encuentres el clímax del placer y eleves tus sentidos hasta lugares insospechados. ¡Hazte Kinky!

¡Comparte y dale sentido a tus sentidos!

También te podría interesar: Toca, siente, provoca… Let’s Kinky