Cuarenta y veinte. Amor y sexo sin edad

10 julio, 2016 3 mins de lectura
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Es ya casi un cliché decir que para el amor no hay edad, y si pensamos en el amor de la manera más amplia (amor de padres, de hermanos, de amigos) esta frase es completamente cierta; pero ¿qué pasa cuando se trata del amor de pareja? ¿Es igual de cierta esta expresión? ¿Estar con alguien mucho más grande o chico implica más desventajas o más ganancias? ¿Cuántos años de diferencia es “mucho”?

Primero que nada, establezcamos que el “mucho” o el “poquito” suelen ser relativos y dependen de varias circunstancias; a los 18, diez años de diferencia pueden percibirse como mucho, mientras que a los 50 pueden sentirse casi como algo mínimo. Claro, dentro de esta relatividad hay casos que prácticamente cualquiera consideraría desmesurados, como el clásico 40 y 20 de la canción.

Muchas personas juzgan este tipo de relaciones aludiendo a la madurez de cada miembro y suponiendo que, o uno es demasiado inmaduro, o el otro tiene una madurez descomunal, lo que explicaría la sintonía de la pareja. Si bien psicológicamente esto hace sentido, recordemos que no todos los casos son iguales y que muchas de las parejas en esta situación no buscan formalizar sino que intentan vivir libremente todas las expresiones de su sexualidad.

En Let’s Kinky luchamos todos los días por vencer prejuicios y derribar las barreras de las ideas preconcebidas; por ello, en lugar de ahondar en los motivos profundos – y muy personales – por los que la gente establece relaciones dispares en términos de edad, queremos aplaudir a quienes se atreven a hacerlo sin reparar en los juicios externos. Sabemos que no es fácil – como toda relación –, pero también sabemos que puede haber muchas recompensas.

Ya sea que la relación sea de corte “serio” o que se trate sólo de una aventura, salir con alguien mayor puede aportarnos experiencia, nuevas formas de ver el sexo – y la vida –, lecciones y aprendizajes que seguramente nos harán mejores personas; por su parte, salir con alguien más joven puede darnos más energía, refrescar nuestra mirada y recordarnos ideales y sensaciones que quizás habíamos olvidado.

Recordemos tres cosas:

  1. Ninguna relación es perfecta (sin importar la edad de los sujetos).
  2. La segunda, toda relación – de cualquier tipo – requiere trabajo y esfuerzo si queremos que prospere.
  3. Todo vínculo que establecemos en la vida tiene algo que aportarnos y mucho que enseñarnos siempre que estemos dispuestos a reconocerlo.

Mientras exista consenso y voluntad, olvídate de los otros, atrévete y… ¡Hazte Kinky!

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