En esta editorial, así como en este portal en general, hemos hablado muchas veces de la libertad (de todo tipo). Hoy, debido a diversos eventos que han ocurrido en nuestro país y a la situación del mundo en general, queremos reflexionar contigo acerca de hacia dónde nos encamina esta libertad, cuáles son sus límites (si es que los tiene) y qué implica asumirnos como seres libres de pensamiento y acción.
Es común oír hablar de los tiempos de antes y los de ahora; muchas personas afirman incluso que lo que hoy vivimos es, más que libertad, libertinaje. El término libertinaje es un neologismo que se ha puesto de moda en los últimos años y que implica, más que un exceso de libertad, una mala conducción de la misma. Libertad es elección: en la vida siempre tenemos que elegir y, generalmente, escogemos lo que nos parece mejor; puede que no lo sea, pero nosotros así lo creemos.
Si entendemos el término libertinaje como lo describimos arriba, podríamos decir que nadie vive en total y absoluto libertinaje y, a la vez, todos hemos tenido momentos de libertinaje ¿Por qué? Porque la vida, como un cúmulo de decisiones, nunca está en absoluto equilibrio; a veces tomaremos buenas decisiones y otras malas, a veces la libertad se descarrila y luego vuelve a su cauce, pero nunca perdemos nuestro derecho (y capacidad) para elegir.
También es común escuchar que en la juventud, la libertad es un peligro. En realidad, creemos que es un estigma decir que sólo en la juventud es peligrosa: si la libertad no se entiende correctamente, es peligrosa tengas la edad que tengas; en este sentido, la mayor confusión es pensar: “ser libre es hacer lo que quieras”.
Creer que ser libre es hacer lo que quiero, aun si afecto a otros, es la peor y más falsa interpretación que se le pueda dar a la libertad; por eso es importante saber que nuestras acciones libres (o sea, de elección) nunca están desvinculadas de los otros y por eso, en Let’s Kinky, insistimos siempre en nuestra regla de oro: nada de lo que haga es malo, siempre y cuando no afecte ni a mí mismo ni a terceros.
Finalmente, no olvidemos la palabra que va de la mano de la libertad y que no se le puede separar por nada del mundo: responsabilidad. Si un acto depende de mí, entonces yo respondo por él; en la vida toda acción tiene consecuencias, y saber ejercer correctamente mi libertad es saber responder a las consecuencias que mis acciones conlleven. Antes de actuar, pues, debo meditar que mi elección no dañe a nadie, ni a los demás ni a mí mismo: ¡eso es ser libre, eso es ser responsable, eso es Ser Kinky!
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