Hace unos días me encontré un libro que, por más que lo intentaba, no podía creer que hubiera sido editado hace apenas 40 años; en la Edad Media vaya y pase, pero ¿en los 70? ¿En los años de la revolución hippie? ¿En los años de la incipiente liberación de la mujer? No daba crédito y, sin embargo, tenía el libro entre mis manos; el título: Estética Sexual. El primer shock vino cuando leí: “la mujer que sale de la regadera es un producto incompleto, una vez vestida se vuelve un objeto apto para la circulación y el consumo sociales”.
Por supuesto, creí que se trataba de una broma, que eso tenía que ser ironía; pero no, era en serio y, aparentemente, el autor se ufanaba de presentar verdades “científicas” sobre lo que es una mujer y cómo debe ser su apariencia para los fines estético-sexuales-reproductivos que le corresponden. Entre otras cosas, mencionaba cuál debía ser el peso de una mujer, hasta dónde debía llegarle el cabello, de qué tamaño debían ser sus senos y (juro que no es broma) cómo debía ser el aspecto del ano de la mujer ideal.
Terminé riendo por no llorar y, después de abortar la masoquista misión de acabar de leer tal bodrio, pensé que, a final de cuentas, seguimos viviendo bajo preceptos estéticos que dictan cómo debe ser una mujer para ser considerada “bella” o “deseable”. Si bien es cierto que en los últimos años se ha luchado con fuerza para derribar estos mandatos sociales, la realidad es que los medios de comunicación siguen imponiendo, cual si fueran el autor del libro que evoco, normas casi irrefutables sobre la belleza del cuerpo femenino.
Me parece ya no sólo sobrado, sino hasta insultante que alguien se atreva a afirmar categóricamente cómo debe ser una mujer (o un hombre). Así que, con el pretexto del próximo Día Internacional de la Mujer, aclaremos el uso de los verbos deber, poder y querer: la mujer – así como el hombre también – no debe ser nada, la mujer puede ser lo que quiera ser; quizá su único deber sea ser fiel a sí misma y procurar su bienestar y plenitud. Atrevámonos a desafiar los cánones que pretenden decirnos cómo vivir, cómo lucir, cómo pensar y cómo amar; vive, luce, piensa y ama como se te dé la gana.
¡Hazte Kinky!
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