Mucho hemos insistido en que el sexo y el juego erótico involucran todos nuestros sentidos, no se limitan al toqueteo ni, mucho menos, a la penetración. El deleite amatorio implica un gozo integral de uno mismo y del otro, a través de todo aquello que nos permite percibir el placer: nuestros ojos, oídos, piel, olfato y cada papila gustativa. Pero, de entre todo lo anterior, ¿qué predomina, qué nos puede provocar mayor placer? ¿Cuál será el más Kinky de los sentidos?
¿Será la vista que se regocija en la pausada contemplación del cuerpo de nuestra pareja? ¿Serán nuestros ojos capaces de perderse en la mirada del ser amado? Sí, muchos creen que éste es el rey de los sentidos, sólo piensa en todo lo que se puede disfrutar a través de la vista: bailes sensuales, fotografías y películas eróticas, observar los gestos de tu pareja mientras llega al clímax; piensa en la excitación que te puede provocar la desnudez del otro. Sí, podría ser la vista.
¿Pero qué dices del oído que percibe los gemidos, los gritos, el sonido de su respiración entrecortada? ¿No te has excitado tremendamente alguna vez tan solo con las cosas que te dice, que te susurra al oído? ¿O el olfato, que aprende a reconocer el olor del otro aun a la distancia, que distingue el olor de su sudor, de su perfume, de su sexo? Quién sabe, podría también ser alguno de estos.
¿Y el gusto? ¿No te fascina ese ardor interno que te produce el sabor de su boca, de su saliva, de su piel, de sus fluidos? ¿Pero qué sería de todo eso sin la maravillosa capacidad de cada centímetro de tu piel para gozar del roce de otra piel, de una lengua deslizándose húmeda desde tus pies hasta tu boca, de unos dientes aferrándose levemente a una porción de tu cuello? Sí, definitivamente el tacto.
Ahora cierra los ojos e imagina todo lo anterior: su boca, sus dientes, su olor, la sensación de ambos cuerpos deslizándose entre gotas de sudor, los gemidos de ambos, tu aliento que humedece su cuello, el sabor de su piel… Ahí está, ahí se encuentra el más Kinky de los sentidos, en tu mente que es capaz de sentir aún sin que te toquen; sí, la imaginación es el más Kinky de los sentidos porque tu mente hace posible lo imposible y ahí, sólo en ese lugar, puedes cumplir absolutamente todas tus fantasías.
¡Nunca dejes de imaginar y hazte Kinky!
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