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Aunque no lo creas, la mayoría de los hombres no está conforme con el tamaño de su miembro; ya sea que de plano lo consideren muy pequeño o que apliquen el clásico “está bien, pero me gustaría que fuera más grande”, el punto es que el tamaño del pene es uno de los grandes conflictos masculinos y, como seguro lo sabes, el capitalismo sabe aprovecharse muy bien de nuestros miedos e inseguridades, de ahí que exista una oferta inmensa de “soluciones” para agrandar el pene.
De entre todos esos métodos de alargamiento, puede resultar difícil decidirse por uno. A la cirugía – aunque es un método científico – todos le huyen, ya sea por los riesgos que conlleva, por el precio o por los dudosos resultados; las pastillas pueden dar miedo porque no sabes realmente lo que estás metiéndole a tu cuerpo; las cremas pueden ser de dudosa procedencia… así que nos queda una opción: el alargador de pene.
Se trata de un instrumento (autodenominado terapéutico) de uso externo que promete un pene más largo gracias a la tracción. La descripción del producto dice: “El uso constante hace que las células se estiren y comiencen a multiplicarse aumentando la masa del tejido. Una técnica similar a la que usan las tribus africanas para el estiramiento del cuello, labios y orejas.” En otras palabras, debes ponerte el mayor tiempo posible un aparatito que te estira el miembro constantemente.
Y claro, si nos ponen el ejemplo de las tribus africanas y vemos a esas mujeres con cuello de jirafa, podríamos pensar “pues entonces seguro sirve”, pero, ¿sabías que si a una mujer padaung le quitan los arillos que alargaron su cuello, ésta no sería capaz de sostener su cabeza y se desnucaría al instante? ¿O has visto la flacidez de la piel de una oreja alargada? Y bueno, suponemos que lo que menos quieres en esa área es flacidez.
No decimos que no funcione, de hecho muchos estudios lo han puesto como el más efectivo de los métodos no invasivos; sin embargo, el crecimiento no es muy significativo (aproximadamente 2 centímetros extra) y los riesgos de lastimarte existen. En este sentido, la uróloga Elizabeth Kavaler, del Hospital Lenox Hill en Nueva York, recomienda: el pene “es un órgano muy frágil y si empiezas a hacerle todas estas cosas lo puedes deformar… mejor déjenlo en paz.”
La verdad es que puedes probarlo si quieres (y si pagas los casi 4 mil pesos que cuesta), pero nosotros no nos cansaremos de decirte que tu pene no lo es todo, que la mayoría de las mujeres no quieren un pene de 30 centímetros y que, a no ser que realmente tengas un micropene (de 4 centímetros o menos en reposo), no deberías darle importancia de más al asunto del tamaño, dejemos de creer en los mitos del porno de que un hombre vale por el tamaño de su miembro.
¡Hazte Kinky!
Y si quieres dejar de concentrarte solo en el órgano sexual, checa esto: Seducción de pies a cabeza
