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Prácticamente todos estamos familiarizados con la narrativa de los vampiros, estos seres ficticios que se alimentan de sangre de bellas doncellas para mantenerse inmortales. Dudamos que Bram Stocker se haya imaginado que su personaje de Drácula se volvería referente para la creación de todo tipo de vampiros y que, además, adquiriría connotaciones eróticas, sexuales y hasta inspiraría parafilias relacionadas con la sangre.
Sangre y parafilias
Así es, la sangre forma parte de un rubro muy particular de parafilias. Como sabes, las parafilias son prácticas sexuales en las que la excitación y el placer se encuentran en actitudes o situaciones específicas que no son necesariamente el coito. El día de hoy, hablaremos de una en particular: la menofilia, que es una rama que se desprende de la hematofilia, es decir, de la excitación gracias al contacto con la sangre.
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La hematofilia (o amor por la sangre) se puede manifestar de diversas formas: hay quienes literalmente se hacen heridas para beber de la sangre de su pareja, hay a quienes les basta ver un poco de sangre… y están los menofílicos, quienes se excitan con la sangre menstrual de su pareja y, por lo tanto, buscan mantener relaciones sexuales durante el periodo menstrual de la mujer.
¿Cómo se manifiesta la menofilia?
Este tipo específico de “sed de sangre” es un fetiche sexual que se puede manifestar de diferentes maneras; por ejemplo, hay hombres a los que les encanta la sensación un tanto caótica y sucia de tener relaciones sexuales con una mujer que está en su período, hay otros que prefieren el sabor y entonces buscan realizar cunnilingus a chicas menstruantes, hay quienes encuentran la excitación en el hecho de ver su miembro lleno de sangre al salir de la vagina.
También hay quienes sienten atracción por el olor de la mujer en sus días y el olor particularmente de su sangre menstrual. Aquí, este fetiche se puede cruzar con la misofilia y se puede buscar ropa interior manchada con el periodo femenino. El hombre puede preferir practicar esta filia con una mujer con quien tenga una relación profunda y personal o, de forma más casual, con alguien que comparta esta filia.
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¿Kinky o no Kinky?
Sabemos que para muchas personas la sangre está asociada con heridas, traumas y/o violencia, por lo cual, el hecho de que algunos puedan asociar la sangre con la excitación sexual puede presentar una dicotomía psicológica y física algo incómoda. Sin embargo, la sangre también es y ha sido símbolo de vida, fertilidad y pasión; por lo que todo depende del lugar desde el cual se mire esta práctica.
En el sexo tántrico, por ejemplo, se menciona la práctica del cunnilingus durante el periodo menstrual; en Karezza (una forma occidentalizada de Tantra), se ve como una oportunidad para aumentar la intimidad entre las parejas; y en el folklore vudú, algunos afirman que tener sexo oral con una mujer durante su período vincula al hombre con esa mujer de por vida. Así que, finalmente, como siempre diremos, si se trata de una práctica consensuada y que apunte siempre hacia el placer, por supuesto que será Kinky.
¡Hazte Kinky!
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